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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

EL REY Y DANTE ALIGHIERI

Por: Jaime Ariansen Céspedes - Crónicas Gastronómicas

Año 1310 - NÁPOLES.

El celebérrimo Dante nació en Florencia en el año de 1265, desempeñó un papel político considerable en su ciudad natal, donde le encargaron numerosas misiones diplomáticas. Fue algún tiempo uno de los seis priores de Florencia; durante algunos meses, Dante, habitó en París y luego fue a morir a Ravena en 1321.

 

Compuso en su juventud sonetos enamorados y canciones en los que celebraba su amor ideal y místico hacia Beatriz, la bella hija de Folco Portinari. Sin lugar a dudas su más famosa obra es la inmortal “Divina Comedia”, se le reconoce como el padre de la poesía italiana.

 

Dante Alighieri fue protagonista de una memorable cena medieval, en esa época los grandes banquetes tenían que seguir un estricto protocolo, que regulaba el sitio de cada invitado, el orden y la composición de los manjares que se servirían.

 

Generalmente las mesas estaban dispuestas en “U” y los comensales se sentaban en la parte exterior para verse y disfrutar del espectáculo que se ofrecía en el centro.

 

El anfitrión estaba situado al centro de la mesa principal, colocada en una tarima mas alta, los invitados de honor se situaban a la derecha e izquierda del anfitrión en orden de su jerarquía social.

 

Roberto, el rey de Nápoles invitó a Dante a una cena de gala, a su paso por esa ciudad, a la que asistió el poeta “vestido descuidadamente” es decir como casi todos los poetas de todos los tiempos.

 

Era ya la hora de cenar y el director de Protocolo, debido a su aspecto lo sentó a la cola de la mesa, el poeta apenas terminó la cena abandonó el recinto sin esperar la posterior  tertulia donde él sería el protagonista.

 

El rey comprendió la situación y le envió un mensajero invitándolo a una nueva reunión, esta vez Dante se presentó a la cena elegantemente vestido y fue colocado a la derecha del rey en lo alto de la mesa de honor.

 

El servicio apenas había comenzado cuando el poeta empezó a echarse deliberadamente comida y vino sobre sus hermosas vestiduras. El rey sorprendido por su actitud, le preguntó por sus razones, Dante, respondió: “Santa Corona: Sé que el gran honor que acabáis de hacerme se lo habéis hecho a mis ropajes, por eso he querido que estos trajes aprovechen los manjares servidos. Pero en verdad os digo, no poseo menos genio o sentido común que cuando vine por primera vez, cuando fui sentado a la cola de la mesa por que estaba mal vestido”.

 

Dante demostraba su indómito carácter en esta cena memorable.

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