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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

EN TODAS PARTES SE CUECEN HABAS

Jaime G. Treceño | Madrid

En 1839 Madrid aún no había conseguido sacarse el estigma de ser considerado un poblacho manchego. Nacía la Caja de Ahorros de Madrid, la Gran Vía no existía, la zarzuela comenzaba a dar su primeros requiebros y comenzaban a publicarse las primeras revistas ilustradas en España. Ese mismo año nacía Lhardy, uno de los restaurantes con más solera y antiguos de Madrid.

Reyes, reinas, diputados, intelectuales, prostitutas, proxenetas, curas, estudiantes... El veterano restaurante es testigo mudo de la sociedad española de los últimos 170 años.

Situado en el número 8 de la Carrera de San Jerónimo, a escasos metros de la Puerta del Sol y del Congreso de los Diputados, ha formado parte de los acontecimientos de la historia de este país. Y cómo no, ha desmenuzado lo sucedido en este patio de corrala que es Madrid. Hay una frase que se le atribuye al malogrado alcalde de Madrid Agustín Rodríguez Sahagún (1989-1991, CDS), que decía al entrar a la ahora gerente, Milagros Novo: "¿Qué?, seguimos sin licencia". Pues bien, después de haber pedido la autorización de funcionamiento al Ayuntamiento el 12 de enero de 1993, por fin la consiguió el 11 de noviembre del pasado año.

'Era muy difícil de legalizar'

Su caso no es el único. En el Pleno celebrado el pasado enero, el delegado de Hacienda, Juan Bravo, aseguraba que en el Ayuntamiento de Madrid había 12.934 expedientes no resueltos desde la entrada en vigor de la nueva normativa de 2005.

El responsable de solventar, de una vez por todas, el expediente del Lhardy ha sido el concejal de Centro, Enrique Núñez. "Es uno de los restaurantes históricos de Madrid y está protegido. Ha tenido licencia durante largo tiempo. La cuestión es que el establecimiento ha sufrido diferentes modificaciones", asegura el concejal. En un momento determinado, el establecimiento realizó diferentes obras que excedían la autorización que tenía. A esos trabajos se sumaron otros, lo que hizo luego difícil legalizarlos. De ahí que se haya tardado tanto tiempo en darle el visto bueno. "El Lhardy era muy difícil de legalizar", asegura.

La cuadratura del círculo del expediente, consistía grosso modo, como dice Núñez, "en hacer una puerta de emergencia ignífuga. Desde 1993 los propietarios han realizado una salida de evacuación y una serie de cuestiones menores para poder darles la licencia", precisa.

Según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico, el 3 de noviembre de 1989 la Gerencia Municipal de Urbanismo concedió una licencia de obras y actividades, "de acondicionamiento parcial", se precisa. La petición se realizó el 6 de abril de ese mismo año. "Desde entonces han estado funcionando con ella sin que les diese cobertura", asegura Núñez.

La situación del Lhardy es muy similar a la del Hipódromo de la Zarzuela, que carece de licencia de funcionamiento, como ha informado este periódico.

Tras una breve conversación con la Gerencia del establecimiento, ésta declinó que apareciese su versión en esta información. Según las informaciones que tiene este periódico, a mediados de los años 40 el establecimiento disponía de licencia de actividad. El 14 de diciembre de 1968, la Gerencia de Urbanismo le concedió una licencia de obras y actividades para realizar obras.

A medida que fue pasando el tiempo, el local había crecido. Se añadieron las estancias anejas y se realizaron diferentes obras de ampliación y mejora. El 3 de noviembre de 1989 la Junta Municipal del Distrito Centro le concedió una licencia de obras y actividades.

El 16 de agosto de 1990 había otra solicitud de licencias cuya situación, a mediados del pasado año, era indeterminada. Ahora, con todo en regla, al Lhardy le quedan por delante, al menos, otros 170 cumpleaños y miles de anécdotas de esta ciudad de la que se ha empapado.

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