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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

VARIETALES

Varietales menos populares: un mundo de nuevas sensaciones

Los Andes - Si bien el malbec o el cabernet son los líderes a la hora de la elección, hay variedades que amplían notablemente el paladar de los amantes del vino. Algunas de ellas.

La industria del vino concentra mayormente su producción en los vinos de mayor consumo. Pero bien vale la pena recorrer la gran variedad de uvas que hay en el mercado..

Enfrentado a una carta plagada de opciones o góndolas a media luz cargadas de botellas, el consumidor promedio suele inclinarse por las variedades más conocidas: malbec o cabernet sauvignon si prefiere tintos, o chardonnay, torrontés o sauvignon blanc si se inclina por los blancos. Sin embargo, existen otros tipos de uvas no tan renombradas que se pueden encontrar en nuestra provincia y que ofrecen la posibilidad de seguir incursionando en el mundo del vino.

Es que cada variedad tiene notas distintivas de acuerdo a la región de la que proviene y hasta de la firma particular que le imprime el elaborador. Por eso la botella no sólo encierra la invitación a compartir un momento agradable, sino también a degustar nuevos sabores y aromas.

Tintos

Cuando se habla de vino argentino, y particularmente mendocino, la mención obligada es el malbec. Y en segundo lugar de preferencia se encuentra el cabernet sauvignon. Pero Jorge Nazrala, titular de la cátedra de Enología I de la Facultad de Ciencias Agrarias y de la Escuela de Vitivinicultura Don Bosco, señala que en el pasado la variedad más cultivada en la provincia era la bonarda y ahora ostenta el segundo puesto.

El problema es que fue desprestigiada porque no se vinificaba bien y se utilizaba sobre todo para las botellas más económicas. Ahora, algunas bodegas han decidido elaborarla como varietal (es decir, un caldo que surge de una sola variedad de uva, o la preponderancia de 85% como mínimo), apostando a sus características de vino amable, con taninos no muy marcados -a diferencia del malbec y el cabernet- y aromas en los que se aprecian moras, frutillas y frambuesas.

El syrah ha empezado a ganarse un espacio en la mente de los consumidores. Pese a que es una variedad muy antigua y difundida en todo el mundo, explica Nazrala, recién se comenzó a conocer en nuestras latitudes a partir de los '90 como varietal y bivarietal. El ingeniero agrónomo destaca que es un tipo de uva que permite elaborar tintos, rosados, con madera. Tiene buen color y también aromas frutales, pero con marcada presencia de especias. En boca es sedoso y corpulento, y los taninos son amables.

Al tempranillo le ocurrió algo similar al bonarda, no tenía identidad propia porque se lo usaba como corte para los vinos genéricos (elaborados con más de una variedad). Jorge Nazrala recordó que en el pasado el Instituto Nacional de Vitivinicultura lo incluía dentro de la categoría B de vinos, mientras reservaba la A para malbec o cabernet. Pero ha sido revalorizado por algunas bodegas, que colocan su nombre en las etiquetas. Es una bebida frutal en nariz, fresca en boca, con taninos firmes, robusto y notas de frutas ácidas como arándanos y frambuesas.

La uva pinot noir se utiliza mucho para elaborar vinos blancos -retirando el hollejo- y como base de los espumantes. Si bien el tinto es muy reconocido en California (Estados Unidos)y en Francia, aquí no es tan común. Nazrala opina que no resulta sencillo identificarlo porque no se ha definido un estilo de elaboración en el país y puede haber diferencias notables entre bodegas. De todos modos, describió que es un vino suave en boca, con poco potencial tánico, de color medio a claro, aroma frutal y hasta floral. Esto lo convierte en ideal para compartir y degustar, sin necesidad de que medie una comida.

Aunque pueda ser difícil, también se encuentra en las repisas la variedad sangiovese, de vinos tintos y rosados marcadamente frutales y florales, y muy frescos. Otro varietal que se puede hallar es el tannat, que suele sorprender al consumidor porque es corpulento, con un excelente color y aroma a frutos rojos maduros, pero con los taninos muy marcados (lo que deja una sensación de aspereza y astringencia). Esto hace que sirva para acompañar comidas con grasas y bien condimentadas.

Blancos

Con los blancos ocurre algo curioso. Jorge Nazrala detalla que la variedad más cultivada en la provincia es la Pedro Jiménez, pero no se puede encontrar una etiqueta con su nombre porque se lo utiliza para casi todos los cortes ya que no tiene una singularidad que amerite su elaboración como varietal. Por eso, los más reconocidos son el chardonnay, el torrontés y el sauvignon blanc.

El chenin también se usa para los vinos genéricos y como base de los espumantes, pero tiene un poco más de mérito que el Pedro Jiménez -es fresco con características frutales y floral en su aroma- y por eso se lo produce como varietal. El viognier, una variedad francesa, recién comienza a conocerse en Mendoza a mediados de los '90. Es bastante parecido al chardonnay, pero en lugar de tener aroma a frutas tropicales, predominan los frutos de carozo como durazno y damasco. Y el semillón fue muy conocido en el pasado pero prácticamente se dejó de elaborar. Sin embargo, se puede hallar alguna botella de este caldo fresco, elegante y sin demasiada complejidad aromática.

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