El hotel American Colony: testigo de un siglo de intrigas en Oriente Próximo

El hotel American Colony: testigo de un siglo de intrigas en Oriente Próximo

Jerusalén, 29 nov (EFE).- Desde hace más de un siglo el Hotel American Colony ha sido testigo de las intrigas de la guerra y la paz en Oriente Próximo y hoy en día es aún refugio de diplomáticos, periodistas, políticos palestinos e israelíes, y espías.

Construido en piedra y situado en el Este de Jerusalén, a un centenar de metros de la "línea verde", que divide la parte palestina e israelí de la ciudad, el hotel es parada obligatoria de turistas de lujo, dignatarios internacionales, corresponsales extranjeros, mediadores y, casi casi, de todo aquel involucrado de alguna manera en el eterno conflicto entre israelíes y árabes.

"El hotel American Colony es una entidad especial en Jerusalén, el único lugar en el que israelíes y palestinos pueden reunirse y sentirse muy libres y cómodos", explica a Efe el suizo Paolo Fetz, gerente del hotel, que recuerda que "aquí, en la habitación 16, se negociaron los acuerdos pre Oslo".

En el patio central, el sonido del agua de la fuente se mezcla con los murmullos de conversaciones en un ambiente de paz y reposo. No sorprende ver a importantes dirigentes palestinos departiendo discretamente en el bello patio de piedra blanca y cuidada vegetación, en los salones o jardines del hotel, seguros de que en este lugar nadie les va a abordar para hacerles preguntas incómodas.

El hotel ha hospedado a personajes como Lawrence de Arabia (T. E. Lawrence), el general Allenby -que lideró las tropas británicas en la región en la Primera Guerra Mundial-, la oscarizada actriz sueca Ingrid Bergman, la no menos bella Lauren Bacall o el seductor de "Prety Woman", Richard Gere.

El novelista francés Dominique Lapierre escribió parte del best seller "¡Oh Jerusalem!" en las habitaciones de este hotel, que han acogido también a líderes de la política como el artífice de la ’perestroika’ Mijaíl Gorbachov, el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, y el ex presidente del gobierno español José María Aznar, que se sigue quedándose aquí cuando visita la ciudad.

Al ser preguntado por los visitantes más discretos, Fetz contesta con una sonrisa enigmática: "Se ha escrito muchas veces que el American Colony es un lugar adonde vienen espías. Sólo puedo decir que a menudo hay aquí encuentros no oficiales".

Una planta del hotel es hoy la base de operaciones de Tony Blair, representante del Cuarteto internacional para la Paz en Oriente Medio, que intenta acercar posturas entre israelíes y palestinos para poner fin al conflicto y dar a luz un estado palestino independiente.

Pero, sin lugar a dudas, los huéspedes más fieles al Colony son los periodistas internacionales que tratan de contar al mundo lo que ocurre en este revuelto confín.

En las épocas en que la situación se vuelve mas violenta, como durante las dos ’intifadas’ o la operación militar israelí Plomo Fundido en Gaza de diciembre de 2008, gran parte de las 86 habitaciones del hotel y, sobre todo, su jardín, patio y restaurantes, se convierten en lo más parecido a la redacción de un diario o una sala de prensa.

Decenas de corresponsales van y vienen con sus cámaras, portátiles, chalecos antibalas y teléfonos satélite, comentando en corrillos la ultimísima actualidad y debatiendo los titulares que llenarán los diarios del día siguiente.

Al caer la noche, el punto de encuentro de casi todos ellos es la oscura cueva en que se sitúa el bar; un lugar que destila la magia de Oriente y recuerda tiempos añejos.

Fezt opina que una de las claves para que el American Colony sea un símbolo es "que sigue siendo propiedad de la misma familia desde hace 120 años".

El edificio fue adquirido a finales del siglo XIX por los Spafford, que llegaron a Jerusalén con un grupo de cristianos evangélicos americanos tras abandonar sus hogares para esperar el retorno del mesías en Tierra Santa.

La conocida entonces como "colonia americana" compró el edificio construido por el pachá otomano Rabah Amin el Huseini, que residió allí con su harén de cuatro esposas.

A lo largo de las incontables guerras que asolaron la región, la colonia americana atendió a víctimas de uno y otro lado y se cuenta que el gobernador turco de Jerusalén rindió la ciudad al general Allenby en 1917 con una sábana blanca procedente del hospital en que se había convertido el actual hotel.

Los recios muros del Colony, que soportaron 21 bombardeos durante la contienda de 1948 entre el recién nacido Israel y los países árabes, siguen hoy en pie demostrando día a día con su imponente presencia que es posible construir un espacio de convivencia en Oriente Próximo.