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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

LA CENA DEL NOBEL

Por Enrique Planas

Después de recibir el Premio Nobel de Literatura de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia, Mario Vargas Llosa y los demás galardonados se trasladaron al Stockholm City Hall, un palacio construido con 8 millones de ladrillos, en una curiosa mezcla de estilos.

A partir de las 6:30 p.m. (12:30 p.m. en Lima), se celebró un magnífico banquete con presentación de espectáculos de danza y música. El público que asistió a la ceremonia de premiación del Nobel llega hasta el llamado salón azul, en cuyas mesas delicadamente tendidas, esperaron a los 1.300 comensales tenedores, cuchillos y cucharas dorados, medallas de chocolate con la efigie del Nobel y, para esperar la cena, panecillos blancos, negros y galletas de jengibre.

A las 7 p.m. el rey y su esposa llegaron con sus invitados, los laureados y la corte sueca. Formando una larga cola, descendieron del segundo piso del palacio por una enorme escalera imperial para ocupar la mesa central. En ella, Vargas Llosa se sentó al lado de la princesa Cristina, la prima del rey. A su izquierda, otro laureado: Beverly Mortensen, el Nobel de Economía. Patricia, la esposa del autor de “Conversación en La Catedral”, fue flanqueada por el príncipe Carl Philip y por Christopher Pissarides, también ganador del Nobel. Finalmente, en la mesa de honor, el ministro de Cultura peruano, Juan Ossio, departió con su contraparte sueca, Lena Adelsohn Liljeroth.

A las 7:25 p.m., 200 mozos, en perfecta sincronización, empezaron a servir la cena. La afiatada coreografía logró que los 1.300 comensales vean sus platos frente a ellos al mismo tiempo. La entrada: gelatina de pato acompañada con manzanas picadas, legumbres y especias. Mientras, en el escenario, se suceden espectáculos de danza y música.

A las 8:16 en punto, llega el plato principal: turbot (pescado) con trufas, ensalada de invierno y chanterelles. Y, de postre, bavarois de chocolate y naranja. La cena es rociada con champán Frank Bonville y los mejores vinos franceses.

A las 8:45, todos los galardonados ofrecen unas breves palabras para el rey y el resto de invitados. Pero será Vargas Llosa el encargado del brindis de honor. “Soy un contador de historias y, por lo tanto, antes de proponerles un brindis, voy a contarles una historia, manifestó en inglés.
Sin duda, un brindis que será recordado por siempre en la historia del Nobel.

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