Hace 33 años un equipo de arqueólogos encontró una osamenta con un medallón similar al que portaba Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, su nombre real.

Un examen antropométrico estableció que los restos podrían ser los suyos, pero nunca hubo una total certeza.

La revisión genética podría aclararlo, pero eso no es todo. Los especialistas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) también buscan confirmar el origen étnico de Sor Juana.

"Era criolla, hija de madre y padre españoles. No debe tener ADN de origen indígena", le dice a BBC Mundo Lourdes Muñoz, responsable del equipo científico.

Si en la investigación, que podría durar ocho meses, se encuentran rastros de ADN indígena, sólo habría una conclusión: Sor Juana Inés de la Cruz seguiría desaparecida.

Descendientes

El proyecto podría despejar otras dudas: si existen o no herederos de la familia de Sor Juana.

Historiadores han determinado que en México existe una línea directa de descendencia de una hermana de la escritora.

Los investigadores del Cinvestav tomarán de los restos una muestra del ADN mitocondrial, que provee energía a las células, y lo compararán con otras de la familia.

La secuencia genética debe ser exactamente igual porque el material genético de las mitocondrias se transmite integro de generación en generación, pero sólo en las mujeres.

Hay, además, una prueba adicional: comparar las muestras con las que se extraigan de otra osamenta depositada en una iglesia católica de Ciudad de México que se presume pertenece a la madre de la poetisa.

"Sería una prueba irrefutable", explica la investigadora del Cinvestav.

Casi seguros

¿Qué pasaría si los restos analizados no fueran de Sor Juana?

Nada, asegura el arqueólogo Eduardo Ramos. Lo más probable es que se inicie una nueva búsqueda de la osamenta.

"Para eso es la investigación, para corroborarlo. Pero estamos 90% seguros que son los de ella", dice en conversación con BBC Mundo.

Más allá del resultado del estudio, las autoridades del Claustro de Sor Juana, el ex convento donde murió la poetisa y donde se encuentran los restos, ya estudian el sitio donde permanecerán en los próximos años.

Algunos, como el arqueólogo Arturo Romano Pacheco, quien descubrió la osamenta en 1978, se inclinan por que se depositen en la Rotonda de los Personajes Ilustres, un monumento donde descansan los restos de personas reconocidas en México.

Pero otros dicen que el mejor lugar es donde la poetisa quería reposar, es decir, el ex convento donde murió.