El presidente del Estado, Giorgio Napolitano, acudió esta mañana al Altar de la Patria o monumento a Víctor Manuel II de Saboya, primer rey de la Italia unificada, acompañado por Berlusconi y el presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, entre otros.

Ya en la víspera, en la llamada "Noche tricolor", Napolitano apuntó que "si estuviéramos todavía divididos en ocho estados como estábamos en 1860 estaríamos barridos de la historia. No nos habríamos convertido jamás en un gran estado europeo".

Un país unido desde hace 150 años, empañado por la polémica de una fuerza territorialmente limitada pero decisiva para la viabilidad del Gobierno como es la Liga Norte, que ha preferido ausentarse de la mayoría de los actos solemnes preparados.

El conde Camilo Benso di Cavour (1810-1861) de Turín, primer ministro de la monarquía de los Saboya, se convirtió en el cerebro diplomático del movimiento de unificación italiano.

La guerra franco-austríaca desencadenada en 1859-1861 en el norte de Italia condujo a la ocupación de Lombardía y la retirada de los austríacos a sus posesiones orientales del Véneto.

 

Entretanto, Gisuseppe Garibaldi tomó Sicilia y el sur de Italia en nombre del rey Víctor Manuel II de Saboya en 1860.

Aprovechando la ocasión, Cavour y el rey ocuparon Umbría y Las Marcas (centro) y así se pudo proclamar la creación de un único estado italiano en 1861.

En los nueve años siguientes Toscana, Véneto y Roma fueron anexionadas al joven reino y la unificación quedo completada. El Parlamento fue fundado en 1861 y el 17 de marzo de ese año se proclamaba a Victor Manuel II, rey de Italia. EFE