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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

LA HISTORIA DE LA BERENJENA

«Tres cosas me tienen preso - de amores el corazón: - la bella Inés, el jamón - y berenjenas con queso», recitaba Baltasar de Alcázar (1530-1606). Sabrosas y reconocidas, también se hace evidente en ’El Quijote’ el renombre y el origen que ya habían adquirido las berenjenas en el tiempo de Miguel de Cervantes en España.
La historia de esta hortaliza suma curiosas anécdotas. Así, mientras en la Edad Media, era considerada afrodisíaca, y por ello, un manjar obligado para tristrones amados y amantes, especialmente condimentada con jengibre, actualmente, en la isla de Bali, los hombres no se le acercan, creyendo que causa un efecto contrario.
Los primeros datos que se tienen de este interesante alimento datan del año 2000 Antes de Cristo, en el sudeste asiático. Fue comercializado por vendedores árabes siglos más tarde en el norte de África y, desde este continente, entró en Europa en la Edad Media a través de la España musulmana, y muchos años después fue llevada a América por los españoles.
La ignorancia de los europeos a la hora de cocinarla, los llevó a unas mezclas no precisamente muy digestivas ni sanas y la mala fama, totalmente inmerecida, se la llevó esta hortaliza. La creencia de que su ingesta provocaba fiebre, epilepsia y hasta la locura se extendió rápidamente y relegó su lugar a la mera decoración durante más de un siglo.
Hasta el siglo XIX no aparece en los libros de cocina, y solo se mantenía como recurso de las cocinas meridionales italiana, griega o andaluza. Después, le llegó la justicia y está considerada como una auténtica joya gastronómica tan rica en variedades como indicada para los regímenes de adelgazamiento.
Cuentan las historias orientales que la mujer que supiera preparar las berenjenas de mil maneras distintas sería la digna esposa de un sultán. Si solo tuviera cincuenta recetas se casaría con un emir y si tan solo las cocinara de diez formas conseguiría un marido pobre y sin prestigio.
Y es que sus posibilidades llenan libros de cocina y la imaginación. Rellenas y gratinadas, en lasaña, con pimientos, tomate y calabacín van realmente bien. Fritas, asadas o a la parmesana. De carnes, con el cordero y la vaca.
Además de esa delicia que suponen los ejemplares enanos y encurtidos de Almagro, las variedades según culturas son extraordinarias. En Grecia o Turquía se encuentran en las distintas versiones de la musaca; en Italia desde el antipasto a los guisos como la caponata siciliana o la ciambolla calabresa que, en Malta, llaman a eso kapunata.
También el tumbet es un clásico de la cocina balear, como la samfaina es una de las bases de la cocina catalana clásica; en la Provenza hay que comer una buena ratatouille y hasta el pisto cuenta con ella entre sus ingredientes.
Potasio, fósforo, calcio, magnesio y hierro. Además del aporte de las vitaminas A, C, y B1. El 92% de la composición de la berenjena es agua lo que le da un importante lugar en las dietas de adelgazamiento. España es uno de los mayores productores mundiales de berenjenas, y la calidad de ellas está fuera de discusión.
El clima Mediterráneo del territorio hace que las berenjenas sean reconocidas a nivel internacional. La berenjena pertenece a la familia de las Solanáceas, que incluye alrededor de 75 géneros y unas 2.300 especies de plantas productoras de alcaloides tóxicos, entre las que se incluye la belladona, la mandrágora o el beleño. Son escasas las comestibles como la berenjena, el tomate, el pimiento y la patata.
Soportan mejor el calor y resultan delicadas para el frío, por lo que su cultivo abunda en verano; aunque la producción en invernadero hace que pueda encontrarse en el mercado en cualquier época del año.

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