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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

EL HAMBRE DE ARLEQUÍN

Logroño, (EFE)- J de Blas - La historia del pícaro Arlequín, el eterno payaso de la Comedia del Arte, se ha colado de forma "insólita" en un congreso sobre vino y alimentación celebrado en Logroño, de la mano de la profesora de la Universidad de Valladolid (UVA) María Teresa Ramos.

Ramos, profesora titular de Filología francesa y alemana, ha pronunciado una conferencia titulada "El hambre de Arlequín" en el congreso "El vino y la alimentación en los albores del Siglo XXI" que, organizado por la Universidad de La Rioja (UR), se ha celebrado en Logroño.

Los asistentes al simposio, por el que han desfilado expertos de renombre que han disertado sobre cuestiones como la alimentación óptima, el diseño de nuevos alimentos o la semántica de la vitivinicultura, han relajado el debate con la historia Arlequín, esa especie de Carpanta español de hambre perpetua.

La profesora vallisoletana se interesó por este personaje teatral cuando comprobó de forma casual que en el mundo de la restauración miles de locales, en todos los países, llevaban por nombre "Arlequín", personaje utilizado como reclamo del buen apetito, el buen comer y el mejor beber.

Arlequín, Polichinela o Colombina, ha explicado Ramos, surge en el Siglo XVI en Italia con la Comedia del Arte y se extiende rápidamente por toda Europa, adonde lo llevan las compañías de teatro ambulantes que recorren el continente.

Italia, Inglaterra, Francia y España conocen rápidamente al personaje: un criado pegado a su amo, buscavidas, siempre a la quinta pregunta, que sufre un hambre endémica, que come hasta el atracón cuando puede, ayuna las más de las veces y le gusta el vino, el bueno y el malo.

Arlequín, tan flaco como en las pinturas de Picasso, es un tipo ágil, un acróbata, viste un traje de remendado con piezas de colores y un ridículo sombrero, lleva una inofensiva espada de madera y siempre está metido en líos.

Pero lo que caracteriza al personaje es, según la profesora Ramos, que solo se mueve por apetitos: hambre, sed, sexo, y es la satisfacción de estos instintos básicos, lo que ha elevado a Arlequín a los luminosos de los restaurantes y las tabernas.

Arlequín es, por tanto, fruto de una larga tradición teatral, corresponde a un cómico universal emparentado con el bobo y el gracioso español, que con el tiempo se hace más sociable y cordial y nos recuerda a Charlot, al Charlot hambriento que muerde la suela de su propio zapato, asegura la filóloga, que ha colado a este personaje en un congreso donde se debate dos de sus grandes pasiones: vino y alimentación.

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