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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

GASTROSEXOLOGIA

Duranguesado - Despertar el placer por el paladar

Manuela Díaz | Atxondo. - «Apetito y sexo son los grandes motores de la historia, preservan y propagan la especie, provocan guerras y canciones, influyen en las religiones, la ley y el arte», relata Isabel Allende en su novela 'Afrodita'. La psicóloga, sexóloga y cocinera gallega Mónica Novas ha recalado por primera vez en Euskadi para ofrecer en Atxondo una jornada de 'gastrosexología. Un combinado que huye de las presentaciones fálicas y de los alimentos afrodisíacos, y que aboga por los «mecanismos de excitación que subyacen en la gastronomía para incrementar el placer».

Hasta nuestros días ha llegado la fama de alimentos como el marisco, el caviar, los higos, los espárragos, el chocolate o la canela. Mónica Novas advierte que la autosugestión es algo «cultural» y no depende tanto de «productos afrodisíacos, sino de los mecanismos que producen placer». No obstante, reconoce, hay productos como el picante o el chocolate que aumentan la lívido. «Con el picante comienza a aumentar nuestro ritmo cardíaco, a acelerarse el metabolismo, a sentir calor, no sólo en la boca, sino en toda nuestra piel, igual que en la fase de excitación sexual. Nos puede proporcionar excelentes momentos si sabemos prepararlo en su justa medida», sugiere.

Lo importante es tener la mente predispuesta para el erotismo y, a partir de ahí, seleccionar los ingredientes del menú y cuidar la puesta en escena. Se trata de despertar a los sentidos y «utilizar la comida como preliminar al sexo» para que con cada bocado se emane sensualidad por todos los poros. Por ello, es necesario esmerarse en los llamados afrodisíacos sensoriales, los que se perciben, ya que la imaginación es ilimitada y todo puede ser afrodisíaco.

Picante y chocolate

Novas insiste, sin embargo, en que no todo tiene que tener un sentimiento sexual puesto que el simple hecho de remontarnos a nuestra infancia también genera un bienestar de los pequeños placeres que sugestionan a nuestro cerebro para liberar endorfinas, sustancias placenteras que también se segregan en las fases preliminares del sexo.

Esta sugestión se une a las sensaciones que provoca el producto en nuestra boca gracias la untuosidad de texturas, la mezcla de salado y dulce o de frío y caliente, el uso del siempre excitante picante, el cálido chocolate y la erótica del mandil. Todo un intento de conquistar a la pareja por medio de la gastronomía y en un coqueteo con los sentidos, que son la llave de las sensaciones.

 

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