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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

COMER SEGUN GUILLAUME LONG

La gastronomíatambién puede abordarse desde el humor y en forma de viñetas. Así lo hace Guillaume Long en su blog de la sección gastronómica del diario francés Le Monde, que ahorallega a España en formato libro con "A comer y a beber".

Long (Ginebra, 1977), prestigioso historietista afincado en el país galo, detesta el pescado empanado y adora los tomates sardos, prefiere la cocina tradicional a la molecular y, cuando prepara un viaje - pese a su miedo a volar -, busca antes los restaurantes en los que comerá que el alojamiento. Fruto de su pasión gastronómica y su hábil plumanació el blog "À manger et à boire" (a comer y a beber), editado en español por Sins entido.

Y, si bien su sueño es dibujar "una gran enciclopedia de cocina, con mil páginas y cubiertas de cuero", su primer cómic relacionado con la gastronomía y "ampliación" de este blog es "menos intimidante", explica en una entrevista con Efe.

Aunque en Francia ya ha publicado dos volúmenes, ahora llega a España el primero de ellos para descubrir a "un tenedor exquisito, un lápiz exquisito y una pluma exquisita", tal como lo define el periodista y crítico gastronómico François-Régys Gaudry en el prólogo.

Long, autor de más de una decena de cómics, ofrece en "A comer y beber" sus peripecias gastronómicas, aderezadas con humor y con la guarnición de recetas fáciles de ejecutar, basadas en productos de temporada, con conciencia ecológica -adiós al atún rojo del Mediterráneo- y de gustos meridionales.

Una de sus mayores satisfacciones, dice, es haber descubierto a los jóvenes las posibilidades culinarias de vegetales como el brócoli o de conservas como la anchoa. "En firmas de libros o en el blog me dicen que gracias a mis recetas han aprendido a apreciar productos que antes denostaban", apunta.

Entre las recetas más celebradas por sus seguidores, su tarta de chocolate, un postre que le sale "bien" después de una larga fase de prueba-error y pese a reconocer que lo suyo no es la repostería. De lasinstrucciones para hacerla, que incluyen "lamer la cacerola" en la que se funde el chocolate, resulta un pastel delicioso aunque poco estético, como corroboran las fotos que le envían sus lectores.

En este ejemplar caben también sus diarios de viajes, auténticas guías para "foodies", aunque advierte: "No soy crítico gastronómico". Tras sus paseos de degustación de productos y recetas por varias ciudades europeas, proyecta viajar a Vietnam y Tailandia porque se siente atraído por sus culinarias.

De España conoce la cocina de Asturias tras una estancia allí, "muy satisfactoria" por "el marisco, las vieiras y el pulpo", y se confiesa apasionado del jamón de pata negra -"me gusta mucho más que el prosciutto italiano"- y de la tortilla de patatas. En su lista negra están las croquetas, que le resultan "indigestas".

Alega no conocer en profundidad la cocina española para evitar pronunciarse sobre la rivalidad entre España y Francia con respecto al trono de la alta gastronomía. Añade que no se cuenta entre los admiradores de la cocina molecular porque sus recetas se basan en "cocinar ingredientes comunes en el menor tiempo posible, de forma sencilla".

De ahí que cuando sus padres le invitaron al restaurante del reputado Paul Bocuse en Lyon se sintió "muy decepcionado", "por la relación comida-precio, por la calidad y la cantidad y por la intimidación" que recuerda haber sufrido por la atención en la sala.

Lo suyo es más una cocina casera, mediterránea, con pescados capturados "conforme a las normas", verduras de estación y de la región donde se viva, huevos de gallinas camperas y productos comprados en el mercado porque "son más baratos, de mayor calidad y se ayuda a los productores". Aunque no tiene remilgos en acudir al supermercado cuando le "falta el tiempo".

En "A comer y a beber", este historietista "gourmet, goloso, gastrónomo y glotón" propone también los productos básicos de una alacena y los utensilios imprescindibles en una cocina. Encontrar un spirelli para rallar verduras a la longitud deseada o un molinillo de ajo utilizable en otros productos, es como hallar "el santo grial".

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