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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

04 ARGENTINA

LA MONOTONÍA ALIMENTARIA

Especialistas advirtieron sobre la "monotonía alimentaria" y destacaron la ventaja de que las personas sepan medir el aporte promedio de las vitaminas y minerales para evitar enfermedades.

Daniel De Girolami, médico nutricionista y ex-presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), sostuvo que "una de las principales críticas a la forma de comer de los argentinos es la `monotonía alimentaria`".

De Girolami señaló en un encuentro sobre la importancia de las dietas ricas en vitaminas y minerales, que "casi el 60 por ciento de las calorías totales de nuestra dieta, provienen sólo de tres grupos de productos: trigo, azúcar y carne".

En ese sentido, reconoció que "lo que más se come es pan, pastas y papas con alguna que otra porción de carne", y advirtió que en la dieta argentina "hay poca ingesta de lácteos y menos aún de vegetales, frutas, legumbres y pescado", que son aquellos alimentos fuentes de gran cantidad de vitaminas y minerales.

Por ese motivo, De Girolami consideró que existen "deficiencias ocultas -en el organismo- que son consecuencias de malos hábitos alimentarios", los cuales "pueden ser la antesala de carencias sanitarias si no se corrigen a tiempo, ya sea mejorando la alimentación o suplementando los micronutrientes deficitarios".

Las vitaminas son esenciales en el metabolismo, y necesarias para el crecimiento y el buen funcionamiento del cuerpo.

Sin ellas, el organismo no podría aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por medio de la alimentación.

Hay 13 sustancias fundamentales para el organismo, que son las vitaminas A, C, D, E, K, y las variantes de la vitaminas B como la tiamina, riboflavina, niacina y ácido pantoténico.

La salud depende de un suministro óptimo tanto de macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas) como de micronutrientes, entre los que se incluyen las vitaminas y los minerales.

Los especialistas presentaron en el encuentro un test nutricional que puede ser consultado de manera gratuita accediendo al link www.centrum.com.ar, donde se puede medir de manera personalizada el aporte promedio de vitaminas y minerales de cada individuo, de acuerdo con los alimentos que consume semanalmente.

Alberto Cormillot, médico y director del Instituto Argentino de Alimentos y Nutrición, indicó que "todas las vitaminas y minerales tienen funciones muy específicas sobre el organismo y deben estar presentes en la alimentación diaria, para evitar deficiencias".

Cormillot señaló que "no hay un alimento mágico que los contenga a todos, y sólo la combinación adecuada de los grupos de alimenticios permite cubrir los requerimientos de todos los nutrientes esenciales para la vida".

Sostuvo que "la deficiencia de las vitaminas puede llevarnos a contraer enfermedades graves, las cuales podríamos corregir con una alimentación balanceada".

Insistió en que "es importante educar en materia de nutrición y deberíamos apuntar a lograr que cada habitante reciba el aporte necesario de micronutrientes, para mantener una adecuada salud".

La Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo había alertado en 2005 sobre

una tendencia a comer mal de los argentinos, debido a que el 45 por ciento le agrega sal a las comidas y el 35 no consume frutas y verduras.

Como consecuencia de esos malos hábitos alimentarios, la mitad de la población argentina tiene sobrepeso u obesidad y por ende, un mayor riesgo cardiovascular.

COCINA ARGENTINA DEL 1800

Platos que sobrevivieron 200 años

La cocina nacional todavía conserva platos que ya se elaboraban hace más de dos siglos. La humita, el arroz leche y guisos, los protagonistas.
 
CARBONADA. Uno de los guisos más recreados en los restaurantes.
 
Por: Sebastián Espiño
 
Desde los principios de su historia, nuestro país creció inmerso en un crisol de  nacionalidades que tuvieron efectos en la consolidación de sus costumbres. Hacia 1810 la combinación dentro de las cocinas porteñas daba como resultado platos con marcados rasgos españoles, pero con una necesaria adaptación a las materias primas locales que desde la época de la colonización los europeos habían conocido por sorpresa.

La carbonada es una de las preparaciones típicas del período. Se trata de de una mixtura de arroz, carne, zapallo y en algunos casos papa, que se condimenta con tomate picado y pimentón dulce. "En nuestro caso agregamos orejones, una variedad de guisantes y pollo", confiesa Maximiliano Pettit (35), dueño y chef de "Pájaro que comió", un restaurante que se especializa en comida tradicional argentina.

En más de un mes de investigación gastronómica, Pettit pudo dar con las preparaciones de la época para elaborar una carta que sirva como homenaje a nuestro Bicentenario (¿con mayúsculas?). "Intentamos representar la comida nacional, que históricamente fue influenciada por los inmigrantes. Buscamos representar los ingredientes y la filosofía culinaria de esos años", expresa el chef. Dentro de esos elementos que formaban parte protagónica de la mesa nacional se encontraba la papa. En su libro "Los sabores de la historia", el periodista Víctor Hugo Ducrot se refiere al tubérculo como uno de los factores más importantes del intercambio cultural entre las civilizaciones americanas y la europea: descubierto por los incas en las altas cumbres de los Andes, viajó a Europa y regresó para instalarse en la dieta de los virreyes.

El maíz fue otros de los ingredientes más utilizados en la cocina argentina de principios del siglo XIX. La humita era la forma de cocción más elegida en las cocinas de la época. A la olla o envuelta en su chala (la hoja que envuelve a los choclos), el maíz era uno de los pilares gastronómicos de aquellos años.

Entre los postres todavía algunas preparaciones se mantienen vigentes en nuestros días. El caso más representativo de una receta que sigue viva dentro de la gastronomía nacional es el arroz con leche. "Es un plato muy tradicional, pero si pensamos en 1810 hay que tener en cuenta también la natilla, los buñuelos de batata y la semita (tortilla de harina de maíz)", cuenta Maximiliano Pettit.

Con o sin el arroz, la leche es uno de los ingredientes más requeridos en los dulces de la época: la leche asada (uno de los antepasados más cercanos del flan actual) es el resultado de la combinación de leche, huevos y vainilla. "En nuestros locales solemos preparar ’Ambrosía’ con leche, huevos y almíbar", cuentan desde la cocina de "1810 Restaurante", uno de los locales que se dedica a la gastronomía de la época.

EL MERCADO DE LOS VINOS ARGENTINOS

Por Ángel Mendoza - Enólogo - juanmmendoza@sinectis.com.ar

El mercado de vinos del Reino Unido es uno de los más grandes y dinámicos del mundo, con casi 8.000 millones de dólares en ventas minoristas y un crecimiento en valor de más del 11% en el último año. Por sus características, las tendencias que allí se observan sirven de anticipo a las que luego se verifican en otros países. La intensa competencia presiona constantemente los precios hacia abajo y da lugar a diversas jugadas competitivas de las principales marcas mundiales.

Argentina participa de este mercado en el 1,4% del valor total de importaciones. En el último año, luego de mostrar un sistemático crecimiento por una década, ha caído en las ventas. Las exportaciones bajaron un 4,5% en valor y más de un 14% en volumen en el año 2006 lo que se diferenció de la performance de las exportaciones de los países del Nuevo Mundo. Australia, Estados Unidos y Nueva Zelanda continuaron creciendo.

Dado que esto sucedió en un mercado que mostró expansión, la razón puede encontrarse en la mayor agresividad que muestra el mercado minorista británico, especialmente las cadenas de supermercados, lo que ha hecho tomar la decisión de varios exportadores argentinos de abandonar parcial o totalmente la participación en este mercado y migrar hacia Estados Unidos y Latinoamérica.
 
Es que la gran competencia con caídas de márgenes y crecientes necesidades de inversión promocional, especialmente descuentos (dos terceras partes del vino se vende con descuentos), no permite a los más pequeños seguir el ritmo y sólo lo hacen aquellos que posicionan marcas fuertes con gastos de promoción considerable. El mercado posible para los más pequeños sigue siendo el de restaurantes y pubs donde se puede vender a precios y calidades más elevadas.

En ese sentido, Argentina vendió a precios más elevados con un crecimiento del 11% del promedio de todos los vinos exportados para llegar a 1,81 u$s por litro. Esto obedece al hecho de que nuestro país ha comenzado a incrementar sus ventas en canales de mayor precio como el de restaurantes y pubs.

Las acciones de promoción para este año, tanto institucionalmente como de las bodegas en particular en el mercado británico, se centran entonces en imponer la imagen de un vino argentino con una muy buena relación calidad-precio, algo en lo que también están embarcados otros países como Chile.

El Argentina Wine Awards en combinación con el Seminario de Vinos y Estilos exitosos en el Reino Unido que se llevó a cabo la semana pasada, se convierte entonces en un paso de trascendental importancia. Al concurso se presentaron 454 muestras de 124 bodegas de todo el país. De este total de muestras presentadas, 368 (81%) obtuvieron medalla.
 
Esto ubica a la Argentina en una posición sobresaliente para encarar con éxito su principal objetivo: alcanzar los segmentos de más alto precio donde las ganancias son mayores. En lo relativo al seminario, un total de 360 asistentes escucharon y siguieron con mucha atención las razones por las cuales un total de 15 vinos de distintas partes del mundo son considerados exitosos en el Reino Unido y tomaron nota de los cambios que deben encarar en sus bodegas.

En síntesis, Argentina tiene por delante una etapa compleja de inserción internacional donde la combinación de promoción y aprendizaje parecen las claves y la semana pasada ambos elementos estuvieron presentes con jerarquía internacional.

HISTORIA DEL ASADO ARGENTINO

Uno de los platos patentados por la cocina argentina y que mayor cantidad de adeptos suma alrededor del mundo, el asado, esta cumpliendo 200 años desde que fue creado, que prácticamente nació con la patria. El folclore del asado también tiene en cuenta los momentos anteriores a la comida. Por eso, en la década del '50 también nació "la picada" tal como la conocemos en la actualidad: una combinación de quesos, fiambres y aceitunas que sirven de antesala para la gran cita.

La historia de la gastronomía argentina cuenta que fueron los peones quienes comenzaron con la tradición de la carne asada. Las estacas servían como sostén para las reses desentrañadas, dando origen al asado con cuero.

El primer registro de ingreso de carne vacuna al territorio argentino data de 1.556 cuando Juan de Salazar y Espinosa trajeron desde Brasil a Asunción, que integraba el Virreynato del Río de la Plata, un toro y siete vacas. Hacia el siglo XVIII había ya en nuestro territorio unas 40.000.000 de cabezas de ganado debido a que el gaucho no comía su carne y los animales vagaban libres por la geografía nacional.

El asado es una técnica de cocción en donde los alimentos son expuestos al calor de fuego o brasas con el objetivo de cocinarlos lentamente. Con frecuencia se prefiere como fuente de calor las brasas de una hoguera de madera. El calor se transmite gradualmente al alimento, que generalmente está suspendido sobre ó cerca de las brasas ardientes. Las brasas se obtienen a partir de carbón vegetal o de la quema directa de madera. Las maderas más usadas para asado son las maderas duras, tales como las de roble, mezquite, quebracho o coronilla, que arden a temperaturas altas y por un tiempo prolongado.

En Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela se entiende por asado no sólo al método de cocción, sino también a la parrillada, el acto social de comer carnes (blancas y rojas) o choripanes. En varios de estos países las parrilladas o asados no solamente incluyen carnes, sino también achuras y embutidos.

En nuestro país es un clásico de los domingos, cuando toda la familia se reune alrededor de la parrilla mientras emanan de las brasas los aromas de los cortes y las achuras que hacen agua las bocas de más de uno mientras se cocinan, aguardando el grito del asador: "la carne esta lista".

eldiario24.com

LAS MEJORES MILANESAS DE BUENOS AIRES

La milanesa ya no es lo que solía ser. Además de favorita de los chicos y de minuta para comer al paso, hoy tiene muchas otras facetas. Revitalizados por vientos retro, la tienen los viejos bodegones, pero también los restaurantes chic que preparan napolitanas de alta gama. Hay caras y baratas. Hay milanesas de soja para comer liviano y otras gigantes para morfar a lo bestia. Restaurantes que sólo venden milanesas y otros que la preparan con carne de yacaré. En esta nota te contamos cuál es el mejor lugar para encontrar la mejor versión de cada una de las facetas milangueras.

1. Mejor milanesa cool: Don Carlos.
En los últimos años, lo barrial y lo antiguo se fusionó con lo glamoroso. De repente, las fondas empiezan a estar de moda y un barrio portuario como La Boca se convierte en meca del turismo. Ahí, frente a La Bombonera, está Don Carlos, el restaurante favorito de Francis Ford Coppola mientras estuvo en Buenos Aires filmando Tetro, su última película. Es más: Coppola recomienda esta cantina en un artículo publicado en la revista Travel & Leisure… ¿hay algo más cool que eso? Las milanesas son una fija entre los platos que van llegando a la mesa a piacere de su dueño, Carlos Zinola. Son de peceto, chiquitas, finitas y traen la infaltable guarnición de papas fritas. Menú no hay, así que el precio es muy variable. Ir con un 100 en el bolsillo es atinado.

Brandsen esq Del Valle Iberlucea, La Boca / T. 4362-2433

2. Mejor milanesa económica: Gardelito. Está claro que la mila es una minuta al alcance de cualquier bolsillo y que la mayoría de los restaurantes tiene en su carta milanesas correctas a precios ídem. Pero lo de Gardelito es un hit de la relación precio-calidad, sobre todo en un barrio como Palermo Hollywood, lleno de restaurantes caros porque sí. La napolitana viene para compartir entre dos (guarnición de fritas o puré mixto incluida) y sale $24, o sea 12 mangos por cabeza ¡Y eso que acaban de aumentar los precios! Napolitana sin vueltas: queso, jamón y tomate. Y está buenísima.

Thames 1914, Palermo Hollywood / T. 4777-8338
www.gardelito.com

3. Mejor milanesa de soja: Bio. Antes de que nos insulten los fervientes amantes de la tradicional milanesa de ternera, nos atajamos: mal que les pese a muchos, los vegetarianos existen. Para ellos, y para los que les gusta comer liviano, están las milanesas de soja, pero no cualquier milanga sojera. En el mundo light, Bio marca la pauta: pionero de la comida orgánica y sana, en esta esquinita de Palermo te la traen con arroz yamaní y chop de vegetales. Simple, rica y natural. Nadie espera mucho más que eso. Sale $19.

Humboldt esq Guatemala, Palermo Hollywood / T. 4774-3880
www.biorestaurant.com.ar

4. Mejor milanesa tamaño XL: La Farola de Santa Fe. La Farola es famosa por dos razones: una, por tener muchas sucursales, y dos: por el tamaño de sus milanesas. Un tamaño, digámoslo, masivo. La de La Farola de Santa Fe, por ejemplo, parece el mapa de la URSS: tiene 40 centímetros de largo y unos 20 de ancho. Comen tres, y sobra. Sale $37, pero vale la pena ir por la de lomo que cuesta $56. Eso sí: cada Farola se maneja de manera independiente así que la calidad no es siempre la misma. Ponemos las manos en el fuego por la de Santa Fe y la de Cabildo. Son ricas.
Santa Fe 1857, Barrio Norte / T. 4812-7950 / 4813-4067

5. Mejor milanesa de bodegón: El Preferido de Palermo. Hay muchos bodegones buenos en la ciudad y si hay algo en lo que no suelen fallar es en las milanesas (a caballo, napolitanas, suizas… lo que venga), pero las de peceto de El Preferido de Palermo sobresalen: crocantes, redonditas, perfectas, casi como medallones que salen de a dos y con puré por $18. Por cuatro pesos más, la tenés napolitana y con fritas.

Borges 2108 / T. 4774-6585

6. Mejor milanesa napolitana: Standard. La de Standard va camino a convertirse en un clásico milanguero porteño. Este restó chic de Palermo fue uno de los primeros en llevar la milanesa a niveles Premium con elaboración y productos de alta gama. Su napolitana de 400 gramos sobresale ¿Cómo la hacen? A base de lomo desgrasado, empanado y después cubierto por jamón cocido, panceta, salsa de tomate, queso pategrás y queso cuartirolo. Sale $46 y, a menos que estés famélico, la podés compartir.

Fitz Roy esq Guatemala, Palermo Hollywood / T. 4779 2774

7. Mejor pizzanesa: Los Chanchitos (y sucursales). Hoy se vende en muchos lados como “milanesa a la pizza”, pero en verdad se llama pizzanesa y se inventó en este bodegón frente a Parque Centenario, que hoy forma parte de Organización Oja, una cadena que incluye otros cinco restaurantes similares (La Soleada, Alé Alé, Don Battaglia, La Zaranda, Mangiata), todos con ambiente familiar, pelotero para chicos, precios de amigo y comida muy razonable. La famosa pizzanesa fue inventada en 1983 por Jorge Andino (dueño de Oja) y es eso: una pizza redonda de 25 centímetros de diámetro que en lugar masa tiene milanesa. Después, como con las pizzas, hay diferentes variedades, como napolitana y fugazzeta, hasta rúcula, parmesano y jamón. Comen tres o cuatro, pidiendo la hora referí. Precios: $51,50 la de muzza y la napolitana. $55,50 todas las demás. También tienen delivery.

Angel Gallardo 601, Caballito / T. 4857-3738
www.organizacionoja.com.ar

 

 

 

 

 

8. Mejor variedad de milanesas: El Club de la Milanesa. Un restaurante que sólo vende milanesas no podía quedar afuera de este top 10. Tienen milas (literalmente) de todo gusto y tamaño, llegando a sumar cerca de 100 variedades. El menú es un cuadro de doble entrada. De un lado están los 20 sabores (desde la napo y la Maryland, hasta las más gourmet, como la de puerros, parmesano y jamón). En el otro eje, están los tamaños que van desde las milas individuales, hasta las XL, de ¡medio metro! A eso sumale que pueden ser de ternera, de pollo, de merluza, de soja… y que pueden ser fritas o al horno. De todo y para todos los gustos. Hemos probado algunas variedades que nos gustaron (la de cheddar, panceta y ciboulette, por ejemplo) y otras más o menos (panceta a la crema). Todas vienen con guarnición. Cuestión de ir, tentarse y elegir. En promedio, almorzás o cenás por unos $40 o menos.

Monroe 1402, Belgrano (y sucursales en Palermo y Vicente López) / T. 4780- 1677 - 4787- 9668
www.elclubdelamilanesa.com

9. Mejor milanesa de carnes exóticas: Oro & Cándido. Entre tanta y tan buena carne vacuna, a veces a los argentinos nos da un poco de miedo incursionar en las carnes llamadas exóticas, como la de ñandú, jabalí, o rana. Y lo mal que hacemos, porque la verdad que son ricas y su sabor no es extraño. Una buena forma de acercarse a estas carnes es a través de este restaurante de Palermo que prepara platos simples con carnes no tradicionales. Entre ellos está la milanesa de yacaré (de sabor suave, similar a una suprema de pollo), que viene empanada en pan rallado y semillas de sésamo tostadas, y acompañada de mandiocas doradas y salsa tártara. El precio también invita a animarse: $32.

Guatemala esq. Oro, Palermo Soho / T. 4772-0656
www.oroycandido.com.ar

10. Mejor milanesa casera: la de tu vieja. Claro que no conocemos a tu mamá, ni probamos sus milanesas, pero sabemos que para vos, esas son las mejores del mundo. De chico, veías cómo pasaba la carne por huevo y luego por pan rallado, escuchabas el sonido crujiente del aceite quemando y después la comías con los mismos cubiertos gastados de cada día mientras veías los dibujitos. La milanesa tiene sabor a un pasado que ya no podemos ver, pero que regresa y regresa. ¡Uy! Nos pusimos sensibles. Perdón por este momento Kodak… pero que ganas de estar en casa comiendo una rica milanesa, ¿no?

¿Para vos cuál es la mejor milanesa de Buenos Aires? (sin contar la de tu vieja)

Por Claudio Weissfeld

LO MEJOR DE LA COCINA ARGENTINA

Las mejores versiones de diez platos típicos de la cocina porteña

Soledad Vallejos
LA NACION

Una vuelta a la cocina simple, casera... En medio de tanta sofisticación y platos gourmet, la tendencia gastronómica actual intenta rescatar las clásicas recetas de la abuela y llevarlas a los mejores restaurantes de la ciudad.

No importa la combinación exótica de los ingredientes ni la creatividad del chef. "Si se trata de un plato cotidiano de la mesa porteña, lo más importante es que sea sabroso, con una cocción perfecta y una textura impecable", dice Yu Sheng, uno de los críticos gastronómicos consultados por LA NACION para saber dónde se preparan las mejores versiones de diez platos típicos de nuestra mesa.

¿En qué restaurante de Buenos Aires se puede comer la mejor milanesa a la napolitana con papas fritas? ¿Y el tradicional puchero? La lista también incluye empanadas, pizza, el infaltable bife de chorizo, el guiso de lentejas, la clásica picada, tallarines, tortilla de papas y, de postre, un buen flan con dulce de leche. Alicia Delgado, Yu-Sheng y Ernesto Lanusse, tres expertos trotamundos gourmet , dieron su opinión, y, aunque no faltará el que asevere: "Mi abuela lo hace mucho mejor", la intención es descubrir algunos de los reductos gastronómicos que rescatan recetas del patrimonio culinario de Buenos Aires y las preparan como en casa, o tal vez mucho mejor.

Marche una de mozzarella

Un auténtico napolitano, el maestro pizzero Giovanni Padovano, es quien se lleva todos los elogios por la pizza (la grande de Margherita a $ 28 es la más popular) de Filo, el reducto de San Martín 975, que honra la tradición culinaria peninsular.

En pleno microcentro, Filo mantiene una alta adhesión gastronómica desde que abrió, en los 90. El secreto para esa pizza delgada, sin llegar a la exageración, es la cocción en hornos de leña, atizados con quebracho y sauce, y la cantidad exacta de ingredientes.

La ceremonia de la picada

En el corazón de Villa Devoto, el Café de García (Sanabria 3302), típico bar porteño con billar de los que ya no abundan, sus pantagruélicas picadas bien podrían pasar por una cena-degustación de 25 miniplatos caseros, cuyas recetas provienen de la cocina materna de los dueños del lugar: Hugo y Rubén García.

La clave de ese extenso copetín radica en la variedad de las porciones y sabores que comienzan por tarteletas de roquefort, buñuelos de pescado y pionono; continúa con albondiguitas, croquetas de verduras y cazuela de calamares, y concluye con vitel t onnè, strudel de verdura, pescado en escabeche y porotos pallares, por mencionar algunos de sus originales ingredientes copetineros. Una copa de champagne, pan dulce, turrón y almendras coronan el festín, que insume por lo menos dos horas de placer y cuesta $ 56 por persona. "No se comparte" y se sirve sólo los jueves, los viernes y los sábados por la noche.

Caracú: estrella del puchero

Los domingos al mediodía y en fechas patrias, los pucheros de campo en el Grill del Marriott Plaza ($ 125), hace años que son un rito, una tradición. ¿Por qué son excepcionales esos pucheros camperos servidos ininterrumpidamente desde los años 70? Por la altísima calidad de los productos y por la forma en que son servidos: la ecléctica sucesión de carnes hervidas a 70 grados en caldo de gallina y verduras puede resultar abrumadora: vacío, asado de tira, carré de cerdo, codillo, rabo, chorizos blanco y colorado, morcilla, cuerito de chancho, lengua y, por supuesto, caracú: la estrella del plato.

Amantes de los espaguetis

Si de degustar las mejores pastas se trata, los especialistas coinciden en un nombre: Italpast. Este restaurante, que se encuentra en Campana, es el elegido por los amantes de los espaguetis, el plato fuerte. Inaugurado a fines de 1995 como rotisería, se transformó en un restaurante debido a la gran cantidad de público que se reunía allí. El espagueti alla puttanesca, con salsa de tomates, aceitunas negras, anchoas y alcaparras, es de lo más pedido, aunque todas las pastas son deliciosas.

Napolitana con fritas

Con una cuidada estética que remite a décadas pasadas, con manteles blancos, banquetas y la pizarra sobre el mostrador, Standar, en Fitz Roy 2203, en Palermo, ofrece las mejores milanesas a la napolitana con papas fritas. "La versión que ofrece este restaurante es amada por extranjeros y elogiada por los locales. No tiene una presentación especial, es simplemente sabrosa y perfecta", argumenta Yu-Sheng.

De carne de lomo, fritas y "pasadas por pan, huevo y otra vez pan", confía uno de los cocineros del restaurante. La salsa de tomate lleva cuatro horas de cocción y, además de queso cremoso y pâté gras, tiene jamón y panceta. La porción cuesta $ 46, es abundante; por eso, ofrecen la media porción por $ 33.

Bife de chorizo de 800 g

En La Cabrera, los bifes de chorizo pesan 800 gramos. Sí, casi un kilo. "Hay gente que viene exclusivamente para pedir este plato, especialmente los extranjeros", reconoce Gastón, uno de los dueños del lugar.

En este reducto gastronómico, en Cabrera 5099, el bife de chorizo no viene solo. Una gran variedad de salas y guarniciones acompañan este plato, que cuesta $ 58. "También ofrecemos una versión dry-aged , en la que dejamos reposar la carne en una cámara a 2° y con los huesos, ya que las encimas del hueso atacan la carne y la tiernizan", revela su hacedor.

No al frío: guiso de lentejas

Nada mejor que un buen guiso de lentejas para combatir el frío. Y en José Luis, en Quintana 456, se prepara una de las versiones más exquisitas, a $ 60 la porción para dos. Las raciones son "realmente abundantes", aseguran los comensales, y la atención, "excelente".

La verdadera tortilla

"Debe ser jugosa, pero el huevo no debe desparramarse, y las papas deben estar cocidas en su punto justo, no muy blandas, pero mucho menos crujientes", aconseja Emilio Garip, dueño de Oviedo, en Beruti 2602, uno de los más exquisitos restaurantes de Buenos Aires, que, en su carta, también deja un lugar para los platos más cotidianos.

De postre, flan con dulce

En Parrilla el 22, en Carranza 1950, "hay gente que viene sólo a comer flan con dulce de leche", dice Cristian, uno de los encargados. ¿Por qué? La media porción, por 6 pesos, "es enorme y la porción entera, directamente, es un monumento a la gula", aseguran los críticos.

Empanadas supercaseras

El Sanjuanino, en Posadas 1515, ofrece empanadas regionales, en las que las de carne picante llevan la delantera en las preferencias. Están acompañadas por la jarra de vino del auténtico pingüino enlozado. Las comunes, 5 pesos.

LA HISTORIA DEL ALFAJOR ARGENTINO

De: Alias de T1MSNSpiritousJoRgItO  (Mensaje original)

Alfajor es de origen árabe, recibiendo también el nombre de Alajú. Nebrija lo nombra en su Diccionario latino-español de Nebrija (1492). Se viene elaborando en Andalucía desde los tiempos de Al-Ándalus hasta nuestros días.

Las primeras referencias de su presencia en América mencionan a Venezuela y Perú, donde les eran dados como ración a las tropas de los españoles.

Fue adoptado en el Río de la Plata empleando dulces de origen (como el dulce de leche), siendo muy probable que haya llegado desde España de la mano de inmigrantes andaluces. Su origen se emparenta con otros productos de la cocina árabe como el turrón de almíbar. El antecedente más cercano del alfajor sudamericano está en los alfajores de Valverde muy conocidos en Andalucía. En Valverde del Camino, provincia de Huelva, Andalucía, se fabrican artesanalmente las tortas de alfajor que consisten en una masa de miel, almendras, pan molido, canela, clavo y matalahuva que rellena dos obleas. Estas obleas son popularmente llamadas hostias por hacerse de la misma forma que las hostias que se consagran en la misa. Suelen venderse envueltos en celofán y está documentada su elaboración desde hace dos siglos. A su fama han contribuido las alfajoreras, mujeres de Valverde que se desplazaban a las Ferias y Romerías de la región con sus puestos de dulces y turrón, con un circuito que empezaba en la Feria de Sevilla y terminaba por Todos los Santos en la Feria de Niebla. Los mejores "cantaores" de fandangos llevan en su repertorio una letrilla popular que dice:

"Dos cosas tiene Valverde que no las tiene La Habana tortillas de gurumelos y alfajor de Las Manzanas"

En las Provincias Unidas del Río de la Plata se introdujo a mediados del siglo XIX, siendo uno de sus pioneros Augusto Chammás, francés, que llegó a esas costas en 1840, y en 1869 fundó una pequeña industria familiar dedicada a la confección de confitura, entre ellas el alfajor. La innovación que introdujo Augusto consistió en confeccionar el alfajor con tabletas redondas.

En Argentina y Uruguay

Según el código alimentario de la Argentina, se debe entender por alfajor

"al producto constituido por dos o más galletitas, galletas o masa horneada, separadas entre sí por rellenos como mermeladas, jaleas, u otros dulces, pudiendo tener un baño o cobertura exterior"

Industriales Como golosina de producción masiva su producción se remonta a la década del 50 en la costa atlántica argentina. Marcas como Havanna y Balcarce son las primeras, desarrollándose posteriormente otras que suman más de 30 distintas en kioscos y supermercados. Las estadísticas de 2004 indican que en la Argentina, sus habitantes consumen 6 millones de alfajores al día,[3] una importante cantidad si consideramos que se trata de un país de 36 millones de habitantes. Es tal la variedad, que en las góndolas de los supermercados pueden encontrarse hasta 34 tipos diferentes de este producto. En Uruguay las marcas más importantes son Punta Ballena, Portezuelo, Sierra de Minas y Solanas. Punta Ballena y Portezuelo también exportan sus productos hacia Argentina, Brasil y Paraguay.

Regionales Tanto en Uruguay como en Argentina, el alfajor lleva elaborándose más de 130 años, y cada región le da su toque distintivo. Existen así alfajores de Córdoba (Argentina), Santa Fe, Santiago del Estero (Argentina), de Tucumán (Argentina), de Punta del Este (Uruguay), Mar del Plata (Argentina) y en general de la mayoría de los lugares turísticos de ambos países. Es tradición que los turistas agasajen a sus familias y amigos, regalándoles cajas de alfajores tradicionales del lugar que visitan, como un sello de que "estuvieron allí". Asimismo se suele despedir a los viajeros diciéndoles (en broma): "Traé alfajores".

Entre los alfajores regionales argentinos se destacan el cordobés, relleno de dulces de fruta (generalmente de membrillo) y el santafesino, de no menos de tres tapas hojaldradas pegadas entre sí con mucho dulce de leche y todo el conjunto glaseado (se pueden reconocer las preparaciones industriales por no disponer del baño en la parte inferior, ya que se lo realiza sobre placas). También en Santa Fe se puede adquirir el Rogel, de iguales características, pero más grande (del tamaño de una torta chica

 

LA YERBA MATE Y LOS GAUCHOS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El mate se originó en los territorios comprendidos actualmente por parte de Paraguay y en las provincias argentinas de Corrientes y Misiones. Se denomina mate a la infusión preparada con hojas de yerba mate Ilex paraguayensis, una planta originaria de Sudamérica, previamente secadas, cortadas y molidas.

La denominación se genera por extensión del vocablo quechua mati, que significa vaso o recipiente para beber, y que se generalizó como nombre vulgar de la calabaza que se utiliza para dicha infusión. También se lo ha llamado "té del Paraguay". Como sucede con el té, el café o el chocolate, el mate posee un efecto estimulante debido a la cafeína - también llamada mateína -  que contiene.

Además se le suma un efecto, que es compensado por el alto consumo de agua que se realiza cuando se "matea", resultando así una infusión depuradora y al poseer antioxidantes, preservadora del organismo.

Como las otras infusiones mencionadas, el mate tiene cierta acidez, razón por la que muchas veces se le añaden, en escasas proporciones, otras hierbas (digestivas, reguladoras de la función hepática, sedantes, etc.) que logran neutralizar la acidez como también compensar el poderoso efecto estimulante de la cafeína.

Cuando los Jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles en el año 1769, se redujo considerablemente el cultivo de la planta de yerba mate.

Federico Naumann logró en 1901, en la colonia Nueva germania en Paraguay, la germinación de las semillas de yerba mate y obtuvo en consecuencia el producto producido por ella.

En la Argentina la primera plantación importante se realizó en 1903 en la Provincia de Misiones donde dos siglos antes lo habían hecho los padres de la Compañía de Jesús.

En la actualidad se la cultiva en la región noroeste de la Argentina, de Paraguay y en el sur de Brasil y han fracasado todos los intentos de cultivos en regiones con las mismas características climáticas como en América del Norte, Asia o África.

La palabra gaucho se usó en las regiones del Plata, Argentina, Uruguay, y Brasil, (aunque allí la palabra es gaúcho) para designar los jinetes de la llanura o pampa, dedicados a la ganadería. Aunque se han propuesto muchas etimologías, no es claro todavía el origen de esa palabra. Una de las más populares es la que hace derivar a gaucho de "guahu-che", que en araucano significa "gente que canta triste".

Fruto de la mezcla de sangres española e indígena, comenzó a forjar su original personalidad en las primitivas vaquerías de la colonia. Allí aprendió a desempeñar las tareas de ganadería con singular destreza y fundió su cuerpo con el de su inseparable compañero: el caballo. Pasaba la mayor parte de su vida sobre el lomo de su pingo, por eso siempre detestó la agricultura, que lo obligaba a estar de pie.

Su indómito valor lo convirtió en uno de los pilares de la emancipación americana. Fue pastor en los tiempos de paz y soldado en tiempos de guerra.

La extensión de la llanura pampeana fue la que terminó de moldear su conducta. Es independiente, de vida errante y costumbres sencillas. Esa libertad con que enfrenta la vida le traería aparejados muchos disgustos. Por mucho tiempo se lo marginó, llegándole su reivindicación con el paso del tiempo, al punto de convertirse la palabra gaucho en sinónimo de rectitud de carácter y nobleza de corazón. Circulo argentino de Santa Fe