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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

VICOS

Florece un turismo anticonvencional en Perú

Por LESLIE JOSEPHS - The Associated Press

Lejos de las filas de turistas que se extienden alrededor de la entrada de Machu Picchu se encuentra la cocina al aire libre de Fausta Colonia.

"Mañana van a estar", dice Colonia en su español con fuerte acento andino, al tiempo que señala las tres calabazas verdes gigantes que se cocinan lentamente en su horno de lodo. La cáscara de éstas comienza a resquebrajarse, emitiendo un aroma dulce en el aire frío de la montaña.

A medida que aumenta el turismo en esta nación andina, en el bucólico poblado de Vicos en las montañas, cada vez más viajeros intrépidos, ansiosos de alejarse del turismo convencional en los principales destinos de Perú, están participando en una experiencia distinta, que promueve el contacto con la comunidad.

Los viajeros pagan para hospedarse en las viviendas de los pobladores, comen lo que ellos comen, viven como ellos y aprenden sus costumbres.

"Durante los últimos tres o cuatro años nos hemos percatado de una tendencia digna de mencionarse, que el viajero estadounidense se está interesando más en ’experimentar’ un lugar en vez de simplemente ’ver’ sitios históricos o mirarlos desde un autobús turístico", dijo Robert Whitley, presidente de la Asociación de Operadores de Tours de Estados Unidos, en declaraciones a The Associated Press.

El arribo de extranjeros a Perú casi se duplicó del 2002 al 2007 y las visitas a Machu Picchu se han incrementado en más del 100% a 800.000 personas durante los últimos 10 años.

Pero a medida que Perú se convierte en un destino turístico de primer nivel, ayudado en parte por el creciente costo de viajar a Europa, algunos turistas están buscando algo distinto a lo usual.

La agencia de viajes Crooked Trails, con sede en Seattle y sin fines de lucro, ofrece viajes a Vicos así como a Machu Picchu, el principal destino turístico peruano, por 2.625 dólares sin incluir el boleto de avión. Se espera que los viajeros realicen algunas labores ligeras de granja, un pequeño precio a pagar por el privilegio de poder despertarse con una vista de los Andes.

Christine Mackay, cofundadora de Crooked Trails, dice que los ingresos por alojamiento le generan a la familia dueña de la casa aproximadamente 265 dólares por viajero, una gran suma que le permite al poblado equipar mejor las escuelas, efectuar eventos culturales y otros proyectos de desarrollo.

Vicos está ubicado en la región de Ancash, el departamento montañoso al norte de Lima, a unos 3,352 metros (11.000 pies) sobre el nivel del mar. Es un poblado agrícola de unos 5.000 habitantes al pie de la Cordillera Blanca, la mayor cadena de glaciares tropicales en el mundo.

A fines de la década de 1990, un grupo de habitantes emprendedores fundó un proyecto de turismo en la comunidad con el fin de promover un turismo ecológicamente sustentable y compartir sus costumbres con los viajeros.

"Estamos dando un ejemplo", dijo Julio Evaristo, de 42 años, esposo de Colonia. Porta un sombrero negro de lana mientras trabaja la masa para hacer pan fresco. Los visitantes "ven cómo trabajamos, como valoramos nuestras indumentarias tradicionales y como conservamos nuestras tradiciones".

Crooked Trails se asoció con residentes de Vicos en el 2002 y al año siguiente diez turistas extranjeros usaron la agencia para visitar Perú. En el 2008, trajo 71 personas.

Mackay teme que el auge de Perú como destino turístico atraiga una ola de visitantes "irresponsables".

"Cada vez que hay un período de auge, el turismo puede resultar perjudicial. Lo viví en muchos sitios, como Tailandia y Nepal", manifestó.

Señaló que "el mercado turístico peruano busca cómo complacer al turista, en lugar de tratar esto como una experiencia educativa", se lamentó. "Se enfocan únicamente en el dinero".

Mackay dice que el turismo que pone énfasis en el contacto con la comunidad es un buen antídoto para el turismo convencional.

El turista se aloja en viviendas de ladrillo, sencillas, sin calefacción. Pero sus anfitriones son gente muy hospitalaria.

Debajo de la única lámpara eléctrica que tiene la casa, Colonia, luciendo coloridas indumentarias típicas, pela típicas papas andinas.

Su esposo, un reconocido experto en semillas, y los visitantes se sientan en la mesa --un tablón sostenido por grandes cubetas-- y habla sobre las técnicas que emplea para cosechar cultivos orgánicos.

Los viajeros recorren a pie senderos en las laderas de las montañas, repletas de ruinas preincaicas, y visitan plantaciones comunitarias donde aprenden las técnicas de cultivo y gozan de vistas impresionantes de los Andes.

Los vicosinos hablan quechua, pero emplean el español cuando conversan con los visitantes. Todas las visitas organizadas por Crooked Trails, por otra parte, incluyen un guía que habla inglés.

Colonia se levanta temprano y prepara el desayuno, hirviendo tubérculos.

Dice que su esposo a veces se pasa días enteros atendiendo las cosechas de cebada, trigo y papas.

"Me sentí un flojo al lado de ellos", expresó Jon Zaslow, un canadiense de 57 que trabaja en computadoras y quien pasó tres días en Vicos junto con su esposa, Nicolette, en julio. "No trabajo tanto como ellos y no resuelvo los problemas tan bien como ellos. Es como si estuviesen permanentemente acampando, pero sin poder regresar nunca a una casa para darse una ducha de agua caliente, o buscar algo en la refrigeradora".

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