SAN VALENTÍN
A lo largo de la historia, hombres y mujeres han echado mano de la naturaleza para preparar filtros de amor, con los que cautivar al sexo opuesto. Pócimas amatorias, ungüentos de amor, filtros para provocar pasión en el ser amado. Se acerca San Valentín, día en el que los enamorados acostumbran a cenar juntos, en un ambiente romántico, y se suele prestar más atención a los afrodisíacos.
El término afrodisíaco, viene de la diosa griega Afrodita, diosa de la belleza y el amor por excelencia. A infinidad de alimentos se les otorga el poder de exaltar la libido, incitar al amor y se les denomina afrodisíacos.
Algunos de estos alimentos se les cataloga de afrodisíacos por sus sugerentes formas, plagio en la naturaleza de la anatomía humana. Otros, son alimentos que, por sus cualidades nutricionales, otorgan vitalidad al que los consume. Frutas y frutos, verduras verdes, raíces, mariscos, aves exóticas, dulces.
El aguacate, los mariscos, la miel, las almendras, el apio, el chocolate, las berenjenas, la rúcula, la cebolla, las granadas, las espinacas…
Si nos fijamos todos ellos son alientos ricos en vitaminas y minerales, alimentos vigorizantes por naturaleza, alimentos que, ciertamente, nos hacen sentir bien. Si a ello añadimos un toque de deseo, de pasión, pueden llegar a ser realmente afrodisíacos sin la menor duda.
También es cierto, y por la misma regla de tres, que por mucho afrodisíaco que tomemos, si nuestra actitud no es la correcta, nuestra libido permanecerá ausente y nuestro amante quedará decepcionado.
Existen también alimentos que por su composición, tienen en el cuerpo un efecto anafrodisíaco, como son el pepino y la lechuga, alimentos de los que debemos prescindir en una cena de San Valentín.
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