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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

EL SALMON PRIMER TRANSGÉNICO

N. RAMÍREZ DE CASTRO
Primero fue la carne clonada y ahora los pescados transgénicos. Estados Unidos no parece estar dispuesto a cerrar la puerta de sus supermercados a la biotecnología. La FDA, la agencia que autoriza nuevos alimentos y medicamentos, tiene dos días —a partir de hoy— para decidir si permite la comercialización de un salmón transgénico. Sería la primera vez que un animal modificado genéticamente se destina a consumo.

El nuevo salmón se llama «AquAdvantage» y ha sido desarrollado por la compañía AquaBounty. Ofrece el mismo sabor, textura y propiedades nutricionales que su pariente natural más próximo, el salmón común o del Atlántico. Pero su rendimiento económico es superior. Crece el doble de rápido y alcanza su tamaño final en la mitad de tiempo. Frente a los tres años que necesita el salmón del Atlántico para completar su desarrollo, «AquAdvantage» está listo para servirse en el plato en apenas año y medio. Esa característica tan especial es lo que le convierte en una especie tan atractiva para la acuicultura.
A simple vista es similar a un salmón del Atlántico, aunque sólo lo parece. En realidad es un cóctel genético de tres peces diferentes: el salmón común , un pez de la familia de las anguilas (Zoarces americanus) y el salmón real o Chinook, el gigante de los salmones. El resultado es un pez híbrido, de apariencia similar al salmón común pero con dos genes ajenos, un gen de la hormona de crecimiento del salmón real y otro del pez-ánguila. Esos dos genes son los que le permiten acelerar su crecimiento.
Otra diferencia sustancial es que las hembras de estos salmones transgénicos son estériles. La compañía que los ha desarrollado justifica su decisión apelando a la protección de la biodiversidad. En el caso de que algún ejemplar se escapara de las granjas marinas donde se crían no se mezclaría ni pondría en riesgo a la población natural. La fórmula también ofrece a la empresa una rentabilidad asegurada. Las piscifactorías dependerán de AquaBounty para tener nuevos salmones transgénicos y estarán obligadas a adquirir nuevas partidas de alevines cada vez.
Etiqueta identificativa
 Como ocurrió con la carne clonada o los cultivos transgénicos, el salmón modificado genéticamente no ha pasado desapercibido ni para las organizaciones de consumidores ni para los grupos ecologistas. Incluso una coalición que representa a chefs de restaurantes ha pedido a la FDA que rechace la explotación del pescado.
Los expertos reunidos por la agencia estadounidense deberán decidir si el consumo y la explotación del nuevo pescado es seguro para la salud y el medio ambiente. Y también si el salmón modificado que llegue a los supermercados lucirá una etiqueta que desvele su origen al consumidor.
N. RAMÍREZ DE CASTRO
Primero fue la carne clonada y ahora los pescados transgénicos. Estados Unidos no parece estar dispuesto a cerrar la puerta de sus supermercados a la biotecnología. La FDA, la agencia que autoriza nuevos alimentos y medicamentos, tiene dos días —a partir de hoy— para decidir si permite la comercialización de un salmón transgénico. Sería la primera vez que un animal modificado genéticamente se destina a consumo.
El nuevo salmón se llama «AquAdvantage» y ha sido desarrollado por la compañía AquaBounty. Ofrece el mismo sabor, textura y propiedades nutricionales que su pariente natural más próximo, el salmón común o del Atlántico. Pero su rendimiento económico es superior. Crece el doble de rápido y alcanza su tamaño final en la mitad de tiempo. Frente a los tres años que necesita el salmón del Atlántico para completar su desarrollo, «AquAdvantage» está listo para servirse en el plato en apenas año y medio. Esa característica tan especial es lo que le convierte en una especie tan atractiva para la acuicultura.
A simple vista es similar a un salmón del Atlántico, aunque sólo lo parece. En realidad es un cóctel genético de tres peces diferentes: el salmón común , un pez de la familia de las anguilas (Zoarces americanus) y el salmón real o Chinook, el gigante de los salmones. El resultado es un pez híbrido, de apariencia similar al salmón común pero con dos genes ajenos, un gen de la hormona de crecimiento del salmón real y otro del pez-ánguila. Esos dos genes son los que le permiten acelerar su crecimiento.
Otra diferencia sustancial es que las hembras de estos salmones transgénicos son estériles. La compañía que los ha desarrollado justifica su decisión apelando a la protección de la biodiversidad. En el caso de que algún ejemplar se escapara de las granjas marinas donde se crían no se mezclaría ni pondría en riesgo a la población natural. La fórmula también ofrece a la empresa una rentabilidad asegurada. Las piscifactorías dependerán de AquaBounty para tener nuevos salmones transgénicos y estarán obligadas a adquirir nuevas partidas de alevines cada vez.
Etiqueta identificativa
 Como ocurrió con la carne clonada o los cultivos transgénicos, el salmón modificado genéticamente no ha pasado desapercibido ni para las organizaciones de consumidores ni para los grupos ecologistas. Incluso una coalición que representa a chefs de restaurantes ha pedido a la FDA que rechace la explotación del pescado.
Los expertos reunidos por la agencia estadounidense deberán decidir si el consumo y la explotación del nuevo pescado es seguro para la salud y el medio ambiente. Y también si el salmón modificado que llegue a los supermercados lucirá una etiqueta que desvele su origen al consumidor.

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