El Queen Mary II atraca en el puerto alemán de de Hamburgo en mayo de 2010, la misma noche en que la ciudad celebra su 821º cumpleaños.EFE-Malte Crhistians
"Dios bendiga al ’Queen Elisabeth’ y a todos aquellos que naveguen en él". Con estas palabras, la reina de Inglaterra inauguraba el pasado día 12 el transatlántico más grande del mundo y última adquisición de la empresa Cunard, una flota de élite compuesta por los barcos más potentes y modernos, en los que, en un intento por recuperar los grandes cruceros de antaño, cuidan hasta la exquisitez el más nimio detalle.
Son tiempos de cruceros. Sí. Desde Carolina de Mónica y su coqueto Pachá, hasta Belén Esteban subiendo en burro hasta un escarpado pueblo, durante una escala en su crucero. Hay muchas formas de hacer un crucero, y algunas nada tienen que ver con esos gigantes barcos que parecen rascacielos dispuestos en horizontal y que tienen el aspecto de una inmensa jaula de grillos.
Un barco de fina estampa
Nada que ver con la estampa que luce el recién inaugurado "Queen Elisabeth", que llega para sustituir al ya jubilado "Elisabeth 2" al "Queen Mary 2"; o al "Queen Victoria", y que tiene 294 metros de eslora, una manga de 32’25 metros y una capacidad de desplazamiento de 99.000 toneladas, y costó 1.100 millones de dólares.
Los pasajes se pusieron en venta el pasado 1 de abril y se agotaron en menos de media hora. Y esto teniendo en cuenta que el precio en las suites de clases superiores oscila entre los 7.000 y 14.000 dólares por pasaje y día. Un pequeño inciso. Para 2.000 pasajeros hay casi un millar de tripulantes.
Esto es viajar como reyes, o como trasladarse a los años dorados de los transatlánticos, donde cientos de películas se situaban en esos barcos de ensueño donde había tiempo y lugares para todo. Incluido el romance de los protagonistas.
Si en aquellos tiempos en que Marilyn Monroe daba saltitos ante una diadema de diamantes o Audrey Hepburn era solicitada en cubierta para que ayudara a colocar el sombrero a Bogart, el objetivo primario del viaje era unir dos continentes, ahora, gracias a la velocidad de otros medios de comunicación, las empresas no ponen tanto empeño en la rapidez, sino en el tamaño, el trato exquisito, el lujo y los pequeños detalles con los viajeros.
Los grandes transatlánticos de la empresa Cunard tienen como antecedente a los primeros barcos de lujo alemanes de antes de la I Guerra Mundial. Así se introdujo el concepto de lujo en la navegación marina, en la que figura la maldición del "Titanic" pero también el "Mauretania".
El "Queen Mary", primero de estos grandes barcos de la empresa Cunard, está atracado en Estados Unidos, convertido en atracción turística con guías incluidas para todas las edades e incluso está considerado por amigos de lo paranormal uno de los lugares con mayor concentración de fenómenos de este tipo.
El esplendor de un hall inmenso rodeado de nobles escalones
Tanto el "Queen Mary 2" como el "Queen Victoria" y el "Queen Elisabeth" cuentan con un inmenso hall de vista impresionante con su clásica "Royal Arcade", la escalera que rodea la arcada central y que es un símbolo de esta flota y de los lujos y las exquisiteces que les son propias.
Una de ellas, común a toda la flota, es el culto al relax, al cuerpo, con unas instalaciones y unos servicios a la altura de cualquier centro especializado.
Pero el "Queen Elizabeth" posee además una amplia biblioteca totalmente forrada en maderas nobles, de dos alturas y guardando a la perfección el estilo "british", y con una gran cantidad y variedad de títulos clásicos y novedades editoriales.
La cubierta de juegos es una inmensa sala con techo transparente, lo que provoca la sensación de estar al aire libre para practicar todos los deportes tradicionales ingleses, desde el croquet al pádel, pasando por los bolos.
La misma sensación, de sentirse al aire libre pero acondicionado, se encuentra en el "Garden Lounge", inspirado por los clásicos invernaderos ingleses y que resulta un lugar espacioso y relajante a cualquier hora del día o de la noche.
Espectacular es la palabra que acompaña siempre a los grandes teatros que se incluyen en estos barcos y donde se pueden ver desde obras de teatro hasta danza, ballet, grandes musicales. etc. El Teatro Royal Court del "Elisabeth 2" no podía ser una excepción y allí se celebra todos los días una producción hecha a medida de este lugar y de su público.
Y así, detalle a detalle, se van conjugando toda la serie de atracciones para los viajeros, que pueden comenzar con "El Té de la Tarde", buena idea para una jornada británica en un barco a la altura de sus majestades. Para ello está el "Queen’s Room", habitación rodeada de murales y arañas de luces.
Ser británico y no tener un club parece algo extraño. Y lo es. En cualquiera de estos grandes barcos, hay uno o varios espacios dispuestos para una velada tranquila de charla y música suave. Y en el "Elizabeth 2" encontramos el Yacht Club, el Club Commodore o el Bar Midships, nombrado así por un popular lugar de reunión en el "Queen Elizabeth" original.
Y en el más puro estilo de una taberna inglesa, el Golden Lion Pub, para tomarse las pintas y disfrutar algún día de una típica comida de taberna, con salchichas acompañadas de puré, o las clásicas "fish and chips".
El Queen Mary 2 a su llegada en marzo de 2009 al puerto de Laem Chabang, en la provincia de Chonburi, Tailandia. EFE-NARONG SANGNAK
Cada cual en su propia casa
Las clases de alojamientos son muy variadas. Se puede encontrar desde una suite interna, es decir sin acceso de luz natural; una exterior iluminada por un ojo de buey, o una ventana relativamente grande, hasta llegar a la que se considera básica y que contiene un pequeño balcón exterior.
Pero a partir de aquí, todo puede mejorar. Hasta llegar al apartamento de 137 metros cuadrados con dormitorio en la parte de arriba, balcón grande, dos baños de mármol.
El número de estrellitas de la suite va acorde con aquellos lugares del barco a los que permite el acceso, aparte, claro, de las zonas comunes.
Así, mientras el Britannia es el comedor insignia de cada trasatlántico, existen pequeños rincones gourmets a los que tienen acceso aquellos cuyo alojamiento tiene cierto plus, lo mismo que ocurre con algunos pequeños bares.
Si en ningún crucero pueden faltar las tiendas de moda, aquí existe toda un área dedicada a las mascotas, bajo la supervisión del jefe de Perreras.
Antes de comenzar el viaje hay que tener en cuenta revisar el programa para conocer el número de eventos que se celebrarán en la travesía, donde habrá algunos que exijan ropa formal, otros momentos en los que el atuendo pueda ser informal y otros pensados para ir de manera casual.
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