HONOR Y AMOR PARA EL HEROE DEL AIRE
El mundo entero tenía un nuevo héroe, un joven piloto de 25 años que había sido capaz de cruzar el Atlántico a bordo de su famoso avión "El espíritu de San Luis", era Charles August Lindbergh que realizó esta hazaña el 20 y 21 de mayo de 1927, partiendo de Long Island y llegando al aeropuerto Le Bouget, en Francia, tras un recorrido de 3,610 millas en 33 horas y 30 minutos.
No había nadie mas importante ni mas popular en el corazón de todos los jóvenes del mundo que Charles Lindbergh. Después de esta hazaña se organizaron para él, una sucesión interminable de agazajos, hoy nos referimos a la número 76, pero la mas importante para él, se realizó en México, siete meses después, el 15 de diciembre de 1927, en el mas famoso Hotel de la época El Regis, que había engalanado su restaurante bar don Quijote, recientemente inaugurado y denominado así por contar en su interior con azulejos que representaban escenas de ese personaje principal de la Literatura Universal.
Don Quijote, era un lugar exclusivo, de nivel Internacional, destacaba por la suntuosidad de sus interiores, por la elegancia de la atención, por la exquisita cocina y la calidad de los espectáculo que ofrecía y esa noche debería estar a la altura de las circunstancias.
Todo México asistiría, el Presidente, los Ministros, Jefes militares y Eclesiásticos, el cuerpo diplomático, empresarios, etc. Se discutió mucho sobre el menú y se acordó que no sería de un refinado estilo internacional, se debería ofrecer al héroe una selecta muestra de la gastronomía Mexicana, se prepararon:
Sugestivos antojitos, Tlacoyos rellenos de chicharrón, molotes poblanos, molletes, chaulapitas en comal, panques moctezuma, quesadillas fronterizas, en las sopas se ofrecieron caldo tlapeño, caldo xochitl y chile poblano en crema, como platos de fondo, filetes de pescado con epazote, guachinango a la veracruzana, mousse de jaiba, enchiladas de mole, camarones con chipotle.
Cuando Charles Lindbergh se disponía a poner en su boca el primer bocado de este delicioso banquete dirigió su mirada al centro del salón atraído por una fuerte luminosidad, era Anne Spencer Morrow, la hija del embajador de Estados Unidos.
Durante toda su vida, el héroe siempre recordaría esta cena memorable, donde conocería al amor de sus amores.
0 comentarios