Alfajor es de origen árabe, recibiendo también el nombre de Alajú. Nebrija lo nombra en su Diccionario latino-español de Nebrija (1492). Se viene elaborando en Andalucía desde los tiempos de Al-Ándalus hasta nuestros días.Las primeras referencias de su presencia en América mencionan a Venezuela y Perú, donde les eran dados como ración a las tropas de los españoles.
Fue adoptado en el Río de la Plata empleando dulces de origen (como el dulce de leche), siendo muy probable que haya llegado desde España de la mano de inmigrantes andaluces. Su origen se emparenta con otros productos de la cocina árabe como el turrón de almíbar. El antecedente más cercano del alfajor sudamericano está en los alfajores de Valverde muy conocidos en Andalucía. En Valverde del Camino, provincia de Huelva, Andalucía, se fabrican artesanalmente las tortas de alfajor que consisten en una masa de miel, almendras, pan molido, canela, clavo y matalahuva que rellena dos obleas. Estas obleas son popularmente llamadas hostias por hacerse de la misma forma que las hostias que se consagran en la misa. Suelen venderse envueltos en celofán y está documentada su elaboración desde hace dos siglos. A su fama han contribuido las alfajoreras, mujeres de Valverde que se desplazaban a las Ferias y Romerías de la región con sus puestos de dulces y turrón, con un circuito que empezaba en la Feria de Sevilla y terminaba por Todos los Santos en la Feria de Niebla. Los mejores "cantaores" de fandangos llevan en su repertorio una letrilla popular que dice:
"Dos cosas tiene Valverde que no las tiene La Habana tortillas de gurumelos y alfajor de Las Manzanas"
En las Provincias Unidas del Río de la Plata se introdujo a mediados del siglo XIX, siendo uno de sus pioneros Augusto Chammás, francés, que llegó a esas costas en 1840, y en 1869 fundó una pequeña industria familiar dedicada a la confección de confitura, entre ellas el alfajor. La innovación que introdujo Augusto consistió en confeccionar el alfajor con tabletas redondas.
En Argentina y Uruguay
Según el código alimentario de la Argentina, se debe entender por alfajor
"al producto constituido por dos o más galletitas, galletas o masa horneada, separadas entre sí por rellenos como mermeladas, jaleas, u otros dulces, pudiendo tener un baño o cobertura exterior"
Industriales Como golosina de producción masiva su producción se remonta a la década del 50 en la costa atlántica argentina. Marcas como Havanna y Balcarce son las primeras, desarrollándose posteriormente otras que suman más de 30 distintas en kioscos y supermercados. Las estadísticas de 2004 indican que en la Argentina, sus habitantes consumen 6 millones de alfajores al día,[3] una importante cantidad si consideramos que se trata de un país de 36 millones de habitantes. Es tal la variedad, que en las góndolas de los supermercados pueden encontrarse hasta 34 tipos diferentes de este producto. En Uruguay las marcas más importantes son Punta Ballena, Portezuelo, Sierra de Minas y Solanas. Punta Ballena y Portezuelo también exportan sus productos hacia Argentina, Brasil y Paraguay.
Regionales Tanto en Uruguay como en Argentina, el alfajor lleva elaborándose más de 130 años, y cada región le da su toque distintivo. Existen así alfajores de Córdoba (Argentina), Santa Fe, Santiago del Estero (Argentina), de Tucumán (Argentina), de Punta del Este (Uruguay), Mar del Plata (Argentina) y en general de la mayoría de los lugares turísticos de ambos países. Es tradición que los turistas agasajen a sus familias y amigos, regalándoles cajas de alfajores tradicionales del lugar que visitan, como un sello de que "estuvieron allí". Asimismo se suele despedir a los viajeros diciéndoles (en broma): "Traé alfajores".
Entre los alfajores regionales argentinos se destacan el cordobés, relleno de dulces de fruta (generalmente de membrillo) y el santafesino, de no menos de tres tapas hojaldradas pegadas entre sí con mucho dulce de leche y todo el conjunto glaseado (se pueden reconocer las preparaciones industriales por no disponer del baño en la parte inferior, ya que se lo realiza sobre placas). También en Santa Fe se puede adquirir el Rogel, de iguales características, pero más grande (del tamaño de una torta chica
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