LA COMIDA, UN ARMA DE SEDUCCION
La seducción es el arte que utiliza el hombre para persuadir a otra persona y así obtener lo que espera. Este arte utiliza muchas armas de combate: la voz melosa o gruesa, la mirada esquiva y de repente fija, el movimiento del cuerpo o el ambiente. Pero hay una herramienta que, a lo largo de la historia, ha sido testigo fiel de cada encuentro, de cada placer y de cada final en alcoba que sólo espera su momento antes, durante o después de la pasión: la comida
¿Lo dudan? ¿Acaso Adán no se dejó seducir por Eva con una manzana?
Para no perdernos en el tema de culpar o no a la manzana, que ya bastante carga ancestral lleva en sus espaldas, hay algo que es innegable en el ser humano: la comida –y la cocina- es el camino más rápido para llegar al placer sexual. Y es el más rápido porque justamente la comida es la que alimenta todo aquello que entra en esos juegos previos y en la culminación del acto, despierta todos los sentidos y activa todos los sistemas del cuerpo para reaccionar ante el placer. Puede que no inicie con ella, pero algún alimento o comida hace su aparición en esos momentos en que lo único que importa es sentir.
Lo sabían los Griegos y los Romanos quienes no tuvieron ningún tipo de reparo en dejarse seducir y satisfacer sus pasiones. Los de la Edad Media filtraron lo grotesco a través de las especies y las hierbas para disfrutar mejor de ellas, y los franceses -si amigos, los franceses también tienen su sello aquí- terminaron de concentrar el sabor, la sensualidad, la lujuria y la diversión en sus técnicas culinarias, referencia mundial de la alta cocina. Entonces, ¿aún pensamos que la comida no despierta nuestros deseos amatorios?
Pero antes del “Touché” de los franceses, ya teníamos personajes en la historia que sabían combinar el arte de la seducción con la cocina para obtener lo que buscaban: amor y un grato momento en las sábanas. Los dos más emblemáticos fueron Cleopatra y Giacomo Casanova.
Cleopatra, mujer de una belleza que algunos ponen en tela de juicio pero de una increíble habilidad para seducir. Además hacía un magistral uso de todo lo que tuviera a la mano, y esto incluía a los alimentos. Sus famosos baños de leche, sus cremas de miel y almendras que se untaba para atraer amantes y que untaba para enloquecerlos de pasión la pone en la historia como la pionera en sacar provecho de los beneficios de los alimentos. No en vano, Julio César y Marco Antonio, hombres romanos de gran poder militar, sucumbían ante ella y se convertían en mansos corderos.
Cuenta la historia que el amor de Marco Antonio y Cleopatra se consolidó por una apuesta que ésta última le propusiera a Marco Antonio. Cleopatra le aseguró un banquete que costaría 10 millones de Sestercios (antigua moneda romana) y Marco Antonio le dijo que esto no era posible por lo que aceptó la apuesta.
Seguro de que ganaría, Marco Antonio disfrutó del banquete que Cleopatra preparó similar a los que solía hacer. A mitad de éste, Cleopatra tomó una de las dos perlas que tenía en su cuello y preguntó a un testigo cuánto valdría la misma. La persona respondió que alrededor de 5 millones de sestercios. Imagino a Cleopatra dejando caer la perla en una copa de vinagre, esperar un rato a que se disolviera y tomarlo frente a los ojos atónitos de Marco Antonio y del testigo. ¿Qué hombre, ante tal juego de seducción culinario, no queda prendado y locamente enamorado del talento, el ingenio y el encanto de una mujer así? Cierto es que el final de ellos no fue el de “Y vivieron felices para siempre” pero su gran pasión se selló en una mesa.
El otro personaje es el famoso Giacomo Casanova, joven precoz, curioso, muy atractivo, culto y con un carisma que despertaba la envidia de los hombres y subía los ánimos -y las faldas- de las mujeres.
Sus viajes y aventuras lo convirtieron en una amante de la gastronomía y gracias a él los vinos espumosos (champagne), las ostras, las trufas y el chocolate (espumoso) son considerados afrodisíacos. Solía decir que estos alimentos, en especial el chocolate espumoso, la daban la vitalidad necesaria para no decepcionar a ninguna (o a ningunas) de las damas con las que practicaba sus artes amatorias.
Cuenta la historia que un día se robó el mechón de cabello de una doncella, acción que ésta vio mal. Casanova, aparentemente dolido por tal desprecio, picó los cabellos muy finamente y se dirigió a un boticario para que le hiciera unas píldoras con ese polvillo. Al volver al lado de la doncella se los enseñó y ella, curiosa, preguntó qué eran, a lo que Casanova respondió, “píldoras (caramelos) para nunca dejarla de amar...”. Estamos claros que no es un caramelo que muchos comerían, pero no cabe duda el porqué Casanova es la referencia mundial de todos los Casanovas.
Dato Extra: Casanova apoyaba practicar el ritual de la cocina despojándose de toda vestimenta. Decía que el paladar se estimulaba con los platillos mientras la vista se exaltaba ante un cuerpo desnudo. La conexión, sin tapujos ni prejuicios sociales, entre la comida y el hombre.
Así que amigos gourmets, la historia de la gastronomía para nada aburrida es, tiene ese “Je ne sais pas quelque chose est” que nos deja y que nosotros adaptamos cada día a nuestra realidad. Mañana es el día de Los Enamorados así que busquen lo simple, busquen las ganas y rodéense de los alimentos que hayan en casa. Verán como, de forma mágica, harán de ese día una fecha inolvidable.
Fuente: Elgourmeturbano
0 comentarios