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CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

TRUJILLO Y QUESOS EN ESPAÑA

La ciudad cacereña con más conquistadores por metro cuadrado (el primero, Pizarro, que nació aquí) ofreció una singular Feria del Queso. Mas de 300 variedades presentes está la Torta de Trujillo, de las favoritas de Ferrán Adrià y una de las mejores del mundo. De postre, la ruta de los descubridores, Nos cuenta Isabel García del portal viajero ocho leguas.

 

A las tres denominaciones de origen extremeñas (Iboresde la Serena y Torta del Casar) se unen todo tipo de especialidades patrias y francesas, ya que el país galo es el invitado de esta edición número 28.

 

Esté atento porque, entre tanta oferta, se agolpan algunos de los mejores quesos del mundo. Es el caso de la Torta de Trujillo de la finca Pascualete, distinguida en losWorld Cheese Awards de 2011. Y no sólo eso: el mismo Ferrán Adrià la tiene entre sus quesos preferidos, con hueco propio en la carta de postres de su restaurante Tickets barcelonés... a falta de Bulli.

 

Todo en la Plaza Mayor, en torno a la efigie ecuestre de Francisco Pizarro y donde antes estaba la Picota de la Inquisición. Porque Trujillo es, ante todo, coto de conquistadores. Al de Perú (y sus hermanos) se unen Francisco de Orellana (descubrió el Amazonas), Francisco Becerra (autor de las catedrales de Lima, Puebla o Cuzco) o Diego García de Paredes, el Sansón extremeño, citado en El Quijote.

 

No en vano, Miguel de Cervantes hizo parada en Trujillo varias veces, durmiendo en el Palacio de Orellana-Pizarro, uno de tantos que se levantaron en la Plaza Mayor y aledaños durante el siglo XVI gracias a las ganancias obtenidas del Nuevo Mundo. Ejemplos: el de los Duques de San Carlos, los Marqueses de Piedras Albas, la Casa de los Alvarado, de la Cadena... Basta echar un vistazo a lascallejuelas empedradas y los soportales para palpar el esplendor que hubo entonces, traducido en escudos, azulejos, frescos, pórticos de medio punto, mamposterías y columnas salomónicas.

 

La lista arquitectónica la completan iglesias, conventos, torreones y alcázares como el de los Chaves, donde dicen que surgió aquello de «tanto monta, monta tanto». Y es que los Reyes Católicos dormitaron en él. Muchos de estos edificios albergan restaurantes, hoteles de lujo, fundaciones y museos.

 

Entre éstos destaca el del Traje (con piezas de Balenciaga, Dior, Imelda Marcos o Isabel Pantoja) y la casa-museo de Pizarro, donde nació. Ubicado en la zona alta, supone una inmersión en la época de la Colonia, con datos puntuales de lo que se comía y vestía, del Amazonas, del Trujillo peruano... El palacio familiar (o de la Conquista) se levantó luego sobre las antiguas carnicerías, en el centro. Y ahí sigue.

 

Ya lo dijo Miguel de Unamuno: «Dimos vista a Trujillo. La masa de sus torres y sus ruinas se recortaba sobre el cielo». Y: «Es Trujillo una ciudad abierta, clara, confortable, regularmente bien urbanizada, apacible y que da una cierta sensación de bienestar de hidalgo campesino».

 

La urbe extremeña pasó también por su momento celta (con el castro de Turcalion), romano (Turcalium, dependiente de Augusta Emérita o Mérida) y medieval (de Torgielo a Truxillo), cuando obtuvo el título de ciudad por obra de Juan II (1430). De todo queda un poco, incluidas esas calles refinadas con nombres de gremios arcaicos: Zurradores, Herreros, Cambrones, Olleros, Tintoreros... Historia viviente trufada, estos días, de queso y más queso.

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