Durante siglos las extrañas figuras animales, vegetales y geométricas esculpidas en el desierto de Nazca (Perú) han sido uno de los grandes misterios de la humanidad. Pero los últimos hallazgos arqueológicos -centrados en el estudio de las personas que las produjeron- parecen desvelar, finalmente, el misterioso enigma.
De hecho, los estudiosos se han preguntado por el significado de estas más de 15.000 figuras desde su descubrimiento a finales de la década de 1920 -con los primeros vuelos comerciales entre Lima y la ciudad sureña de Arequipa-, y han esbozado teorías de lo más dispares.
Desde aquellas que relacionaban las Líneas con calendarios solares, pasando por aquellas que las entendían como complejos mapas de agua subterránea, hasta las que aún postulan su conexión con mensajes alienígenas.
Pero, ¿qué llevaba exactamente a generaciones enteras de hombres a abrasarse bajo el sol ardiente del desierto para confeccionar semejantes geoglifos?.
La ciencia parece tener finalmente la clave que ayudaría a resolver el misterio: las líneas de Nazca, de forma acorde con la interpretación de los últimos descubrimientos arqueológicos, son templos al aire libre, ofrendas que los hombres prehistóricos utilizaban para rezar durante sus rituales.
Y es que, en un entorno tan hostil, los habitantes prehistóricos tenían que realizar actos realmente impresionantes para adorar y congraciarse con sus deidades.
Fotografía: Robert Clark.
El hallazgo: un cadáver decapitado y una jarra
Las conclusiones, que serán analizadas en la edición de este mes de la revista National Geographic España, parten del hallazgo reciente de un cadáver decapitado y enterrado ceremoniosamente -sentado y con las piernas cruzadas- por la arqueóloga y especialista en culturas precolombinas, Christina Conlee.
La investigación ha contado, además, con la utilización de la tecnología más avanzada, que ha permitido confeccionar un mapa muy detallado de las Líneas. Los datos obtenidos muestran la longitud y la latitud de los dibujos, su tamaño y distancia respecto a otros, lo que sin duda aporta una perspectiva innovadora al análisis.
Junto a la tumba con el cadáver decapitado también se encontró una jarra de cerámica en cuya parte inferior se dibujaba una cabeza -un símbolo recurrente en la cultura Nazca- de la que brotaba un árbol con diferentes ramas.
"Puede ser un símbolo de fertilidad y también la idea de que necesitas una cabeza para ir a la otra vida si no tienes tu cabeza real. Creo que se trata de un ritual relacionado con el sacrificio, con la fertilidad para traer agua a la región, que es muy seca", explica Conlee en una entrevista a Efe.
Fotografía: Robert Clark.
La clave: entender la cultura
Durante mucho tiempo los científicos se dedicaron a estudiar las líneas en sí mismas sin conocer realmente a la población que las había producido. El resultado fueron pequeños hallazgos respecto a la confección de las Líneas y gran incertidumbre sobre aquello que motivó a este pueblo preincaico a confeccionarlas.
De allí que en los últimos veinte años los científicos se hayan centrado, particularmente, "en intentar entender a las personas que hicieron las Líneas: su cultura, su religión, sus puntos de vista...", en este sentido el hallazgo es fundamental según la opinión de la arqueóloga.
Y esto ha sido un trabajo especialmente arduo, porque de la cultura Nazca (siglos III a.C al VII d.C) tan sólo se han encontrado pequeños vestigios de cerámicas -de tipo ceremonial, ornamental y utilitaria- y algunas piezas textiles. Las primeras han resultado especialmente relevantes en las investigaciones, pues sus inscripciones describen muchos aspectos de la cultura de este pueblo andino.
Las Líneas -declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1994- conforman figuras de formas muy variadas, desde las más antiguas, que representan animales (peces, cóndores, monos...) hasta las más recientes, con formas de carácter geométrico.
"Los animales tienen especial importancia con el entorno y tenían un sentido espiritual" explica Conleen, y las figuras geométricas, que son más grandes que las anteriores, "pueden tratarse de escenarios más grandes para realizar los rituales", concluye.
En este sentido, las Líneas representarían templos al aire libre, obras dedicadas a las deidades que, además, eran utilizadas para rezar. Una situación que perdura hasta la actualidad.
"Todavía hoy los habitantes de estas zonas al construir una casa o un puente se lo ofrecen a su Dios", confirma Conleen.
En cuanto al proceso de construcción de las figuras, éste era simple pero muy efectivo: marcaban las líneas sirviéndose de palos de madera e hilos de algodón y luego repasaban el contorno apilando rocas. La profundidad de las líneas no excedía los 30 centímetros y algunas son apenas pequeños rasguños en la superficie.
Para el diseño, realizado con gran perfección geométrica, utilizaban pequeños bocetos que luego eran plasmados en el desierto a través de surcos en el suelo y piedras.
En definitiva, la clave para resolver el enigma está en comprender la propia cultura Nazca y, a partir de allí, comprender las Líneas.
En palabras de Conleen: "Creo que por primera vez estamos mirando algo más que las líneas, ahora estudiamos la cultura Nazca desde diferentes ángulos. Ahora conocemos qué comían, qué habilidades tenían, qué religión practicaban, qué artefactos construían; todo esto nos está permitiendo comprender mejor su cultura y,con ello, lo que significan las Líneas".