LA HISTORIA DEL TENEDOR
Pese a los tímidos intentos de introducir la costumbre del uso del tenedor desde principios del siglo XI en Europa, no se generaliza hasta ya entrados en el siglo XVIII o principios del XIX, las razones de esta tardanza son achacables a múltiples causas, desde las puramente religiosas hasta sociales e incluso políticas.
Europa, y por añadidura toda la civilización occidental, ingería los alimentos sólidos utilizando una herramienta simple pero efectiva, sus dedos. No interpretemos este acto como bárbaro como intentan mostrarnos en las películas sajonas. El Europeo tenía sus reglas o etiquetas a la hora de sentarse a la mesa, era de educación tomar los alimentos con las puntas de los dedos, sin llenar las manos o la cara según Ovidio. Por otra parte los alimentos, en especial la carne, ya venía a la mesa cortados en pequeñas porciones y hasta el cuchillo era innecesario.
Por lo menos las clases elevadas exigían pulcritud y elegancia a la hora de comer, era imperdonable, por ejemplo, chuparse los dedos y era norma limpiarse las manos en los aguamaniles después de cada plato o como mínimo al finalizar la comida. Un primer código de buenas maneras para los comensales se le deben al rey Enrique III de Francia y es digno de citar un fragmento de tratado editado en 1545 por Jean Sulpice y titulado Libellus moribus in mesa servandis: Toma la carne con los tres dedos y no la lleves a la boca en grandes pedazos. No tengas demasiado tiempo las manos en el plato.
En el siglo XVII era considerado un exquisito refinamiento la costumbre de ciertas damas de comer con los guantes puestos, la reina Ana de Austria, famosa por sus blancas manos, comía graciosamente con los dedos enfundados en elegantísimos guantes.
Por último, y antes de entrar en el invento del tenedor, citaremos un pasaje de Erasmo de Rotterdam de su tratado de Civilidad: En vez de chuparse los dedos o de limpiárselos en la ropa después de comer, será más honesto secarlos en el mantel o la servilleta.
El tenedor llegó a Europa procedente de Constantinopla a principios del siglo XI de la mano Teodora, hija del emperador de Bizancio, Constantino Ducas. Lo llevó a Venecia al contraer matrimonio con Doménico Selvo, Dux de aquella república. Pero Teodora para sus contemporáneos era tachada, por ésta y otras refinadas maneras orientales, como escandalosa y reprobable y hasta San Pedro Damián amonestó desde el púlpito estas extravagancias, llegando a llamarlo instrumentum diaboli ya que era harto difícil comer espagueti, macarrones o tallarines con semejante instrumento.
Los 'tenedorístas' intentaron varios asaltos para penetrar en Francia éste instrumento sin éxito, en la edad media Catalina de Bulgaria quiso hacerlo popular en la corte pero los franceses la tomaron como cursi y licenciosa. Más tarde fue Carlos V de Francia, que lo conoció en Venecia tras la vuelta de un viaje de Polonia, pero ésta vez el fracaso tuvo motivos puramente sexuales, bien era sabido las aficiones de éste rey, los mignons tan inseparables de rey tenían fama de homosexuales como el rey, y el tenedor volvió a perder la batalla al ser considerado como un objeto caprichoso propio de personas un tanto equívocas.
La realidad es que el rechazo que tuvo el tenedor durante siglos más obedecía a una inhabilidad de los comensales que a una posible falta de utilidad, un autor dice de él: se causaban heridas con ellos, pinchándose con sus afiladas púas los labios, las encías y la lengua, y no faltaban, sobre todo las damas, que elegantemente y con gracia lo usaban para limpiar sus dientes a modo de los populares mondadientes.
Ya en el siglo XVII Tomas Coyat, intrépido viajero inglés cuenta de lo generalizado que estaba el tenedor en Italia cuando nos cuenta: Los italianos se sirven siempre de un pequeño instrumento para comer y para tocar la carne. La persona que en Italia toca la carne con los dedos ofende las reglas de la buena educación y es criticada y mirada con sospecha.
Es una cosa extraña que no se pueda convencer a un italiano de comer con los dedos, nos responderá siempre que no todo el mundo tiene las manos limpias. Y yo he adoptado esta costumbre y la conservo incluso en Inglaterra, pero mis amigos se burlan de mi y me llaman furcifer.
En España encontramos referencias en el siglo XIV como un instrumento que usaban los maestros trinchadores y el marqués de Villena en un tratado titulado Arte Cisoria de 1423 incluye un utensilio con la siguiente descripción: La segunda disenle tridente, porque tiene tres puntas, donde la primera tiene dos; ésta sirve a tener la carne que se ha de cortar, o cosa que ha de tomarse, más firme que con la primera.
El uso del tenedor se generaliza en España en el siglo XIX y en concreto fue Barcelona la que creó la primera industria en la fabricación de estos indispensables, en la actualidad, utensilios.
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