DIEZ MITOS DE LA NUTRICIÓN
Hay muchas ideas equivocadas sobre las propiedades de distintos alimentos, conceptos que te pueden hacer tomar malas decisiones que repercuten en tu salud y en tu peso. Descubre las verdades de la leche y los lácteos, de las frutas y verduras, la carne, el vino, etc.
1. La leche y los lácteos son lo mejor para prevenir la osteoporosis
• Realidad: aunque ricos en calcio, puede que no sean los alimentos más adecuados.
“Siempre nos ha chocado una aparente paradoja: los países que menos lácteos consumen son los que tienen menor incidencia de osteoporosis”, señalan expertos de la Escuela de Nutrición de Harvard (EE. UU.). Ahora, una revisión de 58 estudios publicada en la revista Pediatrics indica que “no hay evidencias que indiquen que una mayor ingesta de lácteos favorezca la mineralización ósea en la infancia y juventud”. Otro estudio de Harvard realizado en adultos tampoco ha relacionado más lácteos con menos osteoporosis, pero sí ha establecido claramente la relación entre mayor densidad ósea y dietas ricas en frutas, verduras y legumbres. Los nutrientes que se asocian hoy a la conservación de la masa ósea son la vitamina D (que producimos al exponernos al sol), el potasio, el magnesio y la vitamina K (presentes en frutas, verduras y legumbres). Según los expertos, una dieta rica en calcio pero carente de estos elementos acabará provocando pérdida de calcio. Otro tema a debate son las proteínas. Siempre se ha dicho que una dieta rica en ellas facilita la osteoporosis porque aumenta la excreción urinaria del calcio. Por alguna razón, no es así. Un estudio publicado en American Journal of Clinical Nutrition y realizado entre mujeres posmenopáusicas (el grupo con mayor riesgo de osteoporosis) ha mostrado que las que consumían más proteínas tenían huesos más fuertes y menor riesgo de fracturas de cadera.
2. Los plátanos y los aguacates engordan
• Realidad: no, si se toman en las cantidades adecuadas.
Pregunta: ¿cuántas calorías crees que tiene un plátano de Canarias? Respuesta: unas 80, las mismas que un huevo cocido. Sin embargo, muchas dietas los desaconsejan... y, al hacerlo, nos privan de una fruta que parece diseñada para las mujeres. Riquísima en potasio (bueno para prevenir la osteoporosis), ácido fólico (esencial para las embarazadas) y vitamina B6 (necesaria si tomas anticonceptivos), contiene además vitaminas A y C, que combaten las arrugas. Una cualidad más del plátano: por su contenido en fibra, tiene un alto poder saciante. Y, ¿qué hay de los aguacates? Aquí, las calorías sí cuentan: un aguacate tiene más de 300 (como una chocolatina). Pero, ¿cuántas veces te comes uno entero? Prueba a añadir un aguacate cortado en láminas a la ensalada familiar. De esta manera, dividirás las calorías por el número de comensales y no te privarás de sus grasas monoinsaturadas –las mismas que las del aceite de oliva–, ni del potasio, magnesio, folato y vitamina E que contiene. Si aún dudas, quizá te anime saber que un aguacate a la semana puede ayudar a prevenir diferentes tipos de cáncer.
3. El estrés no engorda; engorda lo que comes
• Realidad: el estrés engorda... sobre todo si eres adicto a la comida rápida.
Científicos de la Universidad de California acaban de descubrir un “interruptor” biológico que hace que ratones sometidos a estrés prolongado acumulen mucha grasa si siguen una dieta rica en harinas refinadas y azúcares, similar a nuestra comida rápida. “La unión de esos dos factores podría explicar la epidemia de obesidad actual –señala la doctora Mary F. Dallman, autora del trabajo–. Lo peor es que los ratones estresados del estudio no sólo acumularon el doble de grasa que los no estresados y alimentados de la misma manera, sino que la acumularon en el abdomen, convirtiéndose así en el tipo de grasa más peligrosa para la salud”.
4. El vino blanco no tiene las buenas propiedades del tinto
• Realidad: tomado con moderación, el color influye poco.
Investigadores de la Universidad de Barcelona acaban de publicar un estudio que demuestra que tanto el vino blanco como el tinto reducen el riesgo cardiovascular en las mujeres. Las voluntarias, con una edad media de 38 años, debían tomar dos vasos diarios de vino (blanco o tinto, según el grupo) durante periodos de cuatro semanas, interrumpidos por otras cuatro sin beberlo. Tras el estudio, ambos grupos vieron aumentados los niveles de colesterol HDL (el “bueno”). Además, los marcadores de inflamación crónica, asociados a riesgo de ataques cardiacos, descendieron significativamente tanto con el blanco como con el tinto. Otros marcadores de salud cardiovascular mejoraron un poco más con el tinto, pero sin diferencias significativas. La conclusión: una copa de vino, tinto o blanco, con la comida y otra con la cena son buenas para el corazón.
5. El aceite de coco es nefasto para el corazón
• Realidad: se ha demostrado que no es cierto.
“Su mala fama –señala la doctora Mary G. Enig, miembro del American College of Nutrition y gran experta en aceite de coco– proviene de que los primeros estudios se hicieron con animales alimentados con aceite de coco hidrogenado (convertido en grasa trans) cuando aún no se sabía lo perjudiciales que eran estas grasas. El aumento de las tasas de colesterol se atribuyó al aceite de coco, no al proceso de hidrogenación”. Hoy, estudios rigurosos realizados con aceite de coco virgen indican que su consumo aumenta los niveles de colesterol “bueno” y tiene efectos antinflamatorios. Más propiedades de esta grasa: su capacidad antimicrobiana, derivada del ácido láurico que contiene, ha hecho que se emplee con personas inmunodeprimidas y pacientes con sida.
6. Si quieres estar sana y delgada, elimina las grasas de tu dieta
• Realidad: importa menos la cantidad que el tipo de grasa que pones en el plato.
Varios estudios muestran que la dieta mediterránea tradicional –rica en aceite de oliva y ácidos grasos omega 3– conlleva menor riesgo de obesidad y mayor esperanza de vida que otros sistemas con menos calorías procedentes de la grasa, pero que utilizan aceites de otros tipos. “Hay que vigilar el total de calorías y evitar las grasas animales, y, sobre todo, los aceites vegetales hidrogenados –señala el doctor Walter Willett, profesor de Harvard–. Este proceso, que los convierte en margarinas sólidas, más fáciles de manipular, los transforma en grasas trans, perjudiciales para la salud”. Una aclaración: las margarinas que se venden hoy están libres de estas grasas. Hay que buscarlas, más bien, en la pastelería y en los rebozados industriales.
7. Las frutas secas tienen menos propiedades que las frescas
• Realidad: fresca o seca, te conviene tomar fruta.
Todas las frutas poseen nutrientes que nuestro cuerpo necesita. No es posible renunciar a ellas o dar a unas la etiqueta de buenas y saludables y a otras, las de innecesarias. Y para los que no son unos grandes fans de comerlas en su versión fresca, hay buenas noticias: se pueden consumir secas solas o acompañando nuestras recetas favoritas. Para que te hagas una idea de sus virtudes, la lista de las frutas más ricas en antioxidantes que te ofrecemos a continuación ha sido elaborada por un equipo de investigadores de la Universidad de Tufts (EE. UU.) que se fijó en su capacidad individual para absorber los radicales libres y no hace distinción entre frescas o secas. La lista quedó así: ciruelas pasas, uvas pasas, arándanos, moras, fresas, frambuesas, ciruelas, naranjas, uvas y cerezas. Si deseas completar esta lista no te olvides de incluir los higos secos. El estudio de Tufts no los incluyó, pero según otro informe publicado en Journal of American Nutrition, estas frutas en su versión seca desbancaron a las ciruelas en el primer puesto.
8. Las verduras frescas son más nutritivas que las congeladas
• Realidad: sólo si acaban de recolectarse.
Pocos de nosotros disfrutamos de un huerto en casa. Los pocos afortunados necesitan saber que sólo para ellos este mito es una certeza. El resto de los mortales podemos comer verduras congeladas con toda tranquilidad. Los niveles de nutrientes de las verduras caen durante el transporte y el almacenamiento y se reducen aún más en las estanterías y el frigorífico. Las congeladas se recogen maduras y se congelan, con lo que retienen la mayoría de los nutrientes.
9. El cerdo engorda
• Realidad: depende de la pieza de carne.
Ya sabemos que del cerdo se aprovechan hasta los andares, y alguno de los productos que salen de este animal engordan más que otros. Por ejemplo, sus costillas, el tocino, las salchichas... tienen mucha cantidad de grasa. Pero es tan ligero como cualquier otra carne si tomamos sólo las partes magras. De hecho, los filetes, el lomo o el solomillo de cerdo tienen las mismas calorías que la pechuga de pollo sin piel.
10. Para conseguir hidratos es mejor comer patatas o arroz que tomar azúcar
• Realidad: hay que comerlos todos.
Tus niveles de azúcar en sangre aumentarán más brusca y rápidamente después de comer una patata asada o arroz blanco que tras ingerir azúcar. ¿Quiere eso decir que para evitar esos picos de azúcar (relacionados con una posterior hipoglucemia y ataques de hambre) debemos prescindir de estos alimentos? En absoluto. Para reducirlos podemos añadir fibra a esos hidratos de carbono complejos. La fibra es difícil de procesar y ralentiza la digestión. Por eso conviene tomar el arroz, el pan y los productos elaborados con harina en su versión integral (con el salvado o la cáscara del grano, muy rico en fibra) y combinar las patatas con verduras.
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