Máxima distinción. Fue nombrado el chef más influyente del mundo
CUANDO COCINO NO PIENSO
Ferran Adrià, que para muchos es el mejor chef del mundo, de pequeño soñaba con ser futbolista.
Pero, para dicha de sus comensales, al crecer su sueño cambió, y Ferran, con más de 25 años de historia en el mundo gastronómico se construyó su prestigio poco a poco. Con la paciencia del que acecha a su presa, esperó su momento, trabajó fuerte y consiguió un éxito que todavía él mismo no se cree.
“La creatividad es fácil, lo difícil es tener la idea”, asegura Ferran. Por eso le confesó a ¡Vivir! que cuando cocina no piensa, solo lo hace en el proceso creativo.
“Qué te digo, cuando yo cocino mi mente se bloquea, solo añoro ver mi obra acabada, por eso no tengo lugar a ningún pensamiento”, señala.
Este maestro, oriundo de Barcelona, entiende la cocina como el lenguaje “más universal de todos, inclusive que el fútbol, porque todos comen. Pero como es un lenguaje, muchas veces no lo entendemos. Comer y respirar es lo único que hacemos desde que nacemos”.
Ha sido criticado, inclusive ridiculizado por las nuevas técnicas que ha incorporado en la cocina de vanguardia, pero eso no le quita el sueño.
Y es que, para Ferran, la cocina es una expresión artística, por eso él hace lo que siente y como “le venga en gana”: “Siempre habrá los que te critican, los que te alaban y los que no te entienden. Así también habrá personas que entienden tu comida, pero no les guste y otros que les guste y ya”.
La gastronomía es algo que debe ser diferente cada día: es economía, placer, diseño, expresión artística, ciencia, ecología y educación. Es una disciplina única y transversal, añade.
“Es el único hecho creativo que te entras al cuerpo; es efímera y es uno de sus grandes problemas”.
El fenómeno Ferran
La cocina en España se está convirtiendo en el oficio que todos quieren hacer. Tal vez esto se deba al impresionante éxito que ha tenido este chef y otros tantos, con sus nuevas técnicas como la “deconstrucción” “esferificación” o el empleo de nitrógeno líquido en la gastronomía.
La comida es un hecho cultural. ¿Qué le cambiaría a la cocina nacional? Un hombre como Ferran tiene todo el derecho de responder una pregunta así, pero, para nuestra sorpresa, él considera esto muy complejo. “Para cambiar un plato dominicano primero tendría que vivir aquí durante varios meses, porque la cocina es sentimiento y entender la gastronomía de una región es algo muy complejo”, afirma.
El Bulli. Sólo ocho mil personas al año pueden vivir la experiencia de ir al Bulli, el restaurante de este chef.
Y es que entrar al Bulli es cuestión de suerte. Según nos explicó, hay una persona encargada de las reservaciones. Su proceso de selección es: 50% los que han ido, 50% los que no; 50% extranjeros, 50% españoles, en fin es como jugar a la lotería.
Pese a su exclusividad, no han ido el rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El Bulli solo permanece abierto la mitad del año y sólo ofrece un turno de comidas diario.
Él asegura que no hay un modo único de hacer funcionar un restaurante. “Lo que pasa en el Bulli no volverá a pasar, porque lo que pasa allí no se buscó, sucedió”.
Comenta que se necesitan más de 70 personas para hacer 50 platos, por lo que este es uno de los problemas que tiene la cocina de vanguardia, es muy costosa.
Pese a la enorme demanda y los altos precios en sus platos (215 euros sin vino), los enormes costos y el limitado número de servicios hacen que El Bulli en realidad no le arroje los beneficios que la gente pensaría. Este funciona más bien como el estudio creativo de Ferran.
Filosofía del Bulli
Allí todos los alimentos tienen el mismo valor culinario, pese a su distinto prestigio o precio. En la cocina de Ferran Adrià no predominan las materias primas de elevado costo, como la langosta o el caviar. “Una buena sardina es mejor que una mala langosta”, es una de sus frases distintivas, lo que demuestra su sentido del humor.
Las frases
Quique Dacosta, ganador de dos estrellas Michelín
Mucho de lo que es mi cocina hoy en día se lo debo al tiempo que estuve en el Bulli”.
Paco Roncero, premio Nacional de Gastronomía 2006
Ferran es una gran inspiración para todos chefs, especialmente los españoles. Me enorgullece ser su discípulo.
Adolfo Muñoz hijo, chef del restaurante Adolfo
Yo no he ido al Bulli, mi padre sí tuvo el honor. Me comentó que la comida es tal cual uno espera: una experiencia única en la vida”.
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