INAMO - RESTAURANTE INTERACTIVO
Con el click del dedo en un extremo sensible de la mesa se abren a un lado las opciones. Se selecciona un plato y una fotografía de éste se proyecta delante del comensal, con su precio. El pulsor pasa sobre los iconos del menú y las bebidas. Las elecciones van sumando la lista del pedido, a la que al final se da el «OK». Al poco, llega el camarero con la comida solicitada.
Inamo, en el Soho de Londres (134-136 Wardour Street), es el primer restaurante interactivo del mundo. Un proyector situado sobre la mesa convierte a ésta en una especie de pantalla: se puede cambiar el «mantel» cuantas veces se quiera, optando por diversas formas y colores,además de permitir fisgonear lo que hacen los cocineros en cada momento a través de una cámara instalada en la cocina, consultar el plano del metro de Londres, pedir un taxi o jugar a los barcos mientras se espera. Con el ratón también se puede llamar al camarero cuando sea necesario, comprobar cuánto se lleva gastado, personalmente o en grupo, y pedir la cuenta.
La idea es de dos británicos, Danny Potter y Noel Hunwick, producto de su enojo ante la dificultad en ocasiones de reclamar la atención de los camareros en los restaurantes. Después de tres años dedicados a perfeccionar el concepto y reunir la inversión, Inamo abrió a finales del año pasado y su éxito hace prever que el sistema se extienda a otros países.
Según Potter y Hunwick, el secreto de la buena aceptación del restaurante radica en que Inamo no sólo aporta la novedad tecnológica, sino que va acompañado de una cuidada cocina, pues de lo contrario la gente no repetiría tras una primera experiencia. El menú es asiático y está realizado por un chef que ha pasado por los principales restaurantes orientales de Londres. Los precios son asequibles (entrante de rollo de jabalí con champiñones y espárragos por 7 euros; segundo de bacalao marinado con salsa picante por 13 euros, en precios compartidos por el resto de una carta reducida), pero las raciones escasas.
La reducción del trato con el servicio podría hacer el lugar algo impersonal y frío, pero la experiencia es que tramitar las órdenes de comida y bebida por ordenador no evita el contacto humano con el personal del restaurante, aunque sólo sea porque la tecnología a veces no alcanza todas nuestras expectativas.
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