BUEN VIAJE, DOÑA LUCILA SALAS, LA RECORDAREMOS SIEMPRE
Cristhian Ticona.
Arequipa.
Parecía inacabable. Pasaba los días sentada en la cocina de su picantería en Sachaca, soportando el humo de los fogones, ahí, cerca al altar donde todos los días se consumaba el rito del ofertorio para los paladares arequipeños.
Parecía inacabable. Hasta que ayer la noticia de su muerte entristeció a Arequipa. Doña Lucila Salas, 'La Lucila', dejó de existir a los 96 años. Institución de la cocina mistiana, era mito y realidad. Hace apenas tres meses, su picantería fue el cenáculo donde acaeció el alumbramiento de la Sociedad Picantera de Arequipa que fundó el poeta Alonso Ruiz Rosas.
Ese lunes 20 de agosto, La Lucila, desde su cocina, ordenó "escribanos" y "mote de habas" para todos. Y para cerrar la jornada, "matasca". Pero faltaba su sello personal, ése que doña Lucila Salas prodigaba a los visitantes que llegaban hasta su templo de la abundancia: el prende y apaga.
"El anisado prende y la chicha apaga", le explicó esa noche por enésima vez a Ruiz Rosas, como lo hizo conmigo una mañana de 2009. Ayer se extinguieron unas manos prodigiosas, y nació una leyenda.
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