Blogia
CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ANDES

02 PERSONAJES

MAS SOBRE TAILLEVENT

Taillevent (1310-1395)

Este escrito que pongo a vuestra disposición, me ha aparecido en mis archivos sin tener registrado ni su autor, ni su procedencia. Si por una casualidad el autor leyese esto que me lo haga saber para incluir su nombre. (APICIUS)

En la larga historia de la gastronomía, el primer profesional, cuyo nombre aun en día es recordado, fue Taillevent (Guillaume Tirel), jefe de cocina, en la época medieval, de una innumerable cantidad de casas reales. Su libro “Le Viander”, marca el comienzo de la cocina, como la conocemos hoy en día.
Desde aquel entonces, una sucesión de cocineros y libros, han desarrollado el arte culinario. El estilo de cocina descripto por Taillevent, en Le Viander, parece extraño. Mientras, nosotros tratamos de desarrollar el sabor y las texturas de los ingredientes a su máxima capacidad, los cocineros en la edad media, los golpeaban y hacían puré, hasta dejarlos irreconocibles. Luego les colocaban especias, en tanta cantidad, que su sabor original era perdido completamente. Pero había muy buenas razones para que esto sucediera. La comida generalmente estaba tan descompuesta, que llegaba al punto de estar casi podrida. Por esos motivos era que se los debía golpear, hacer puré, condimentar y hasta colocar algún tipo de colorante, que los fuera a resaltar mas, para el ojo del comensal. El amarillo del azafrán, era el color favorito, pero los cocineros utilizaban también las hierbas, para dar color verde, las moras, para un color mas azulado, y así por delante. En aquella época, al igual que ahora, existía el esnobismo en la cocina. Medio kilo de azafrán costaba tanto como un caballo, pero eso no impedía que Taillevent utilizara azafrán en mas de la mitad de sus recetas. Los lujos culinarios de la época, eran las especias, tales como la nuez moscada, por la cual se pagaba el precio de 7 toros gordos por kilo de la especia.
Los platos salados eran condimentados tanto con azúcar, como con vinagre. El azúcar era considerado un lujo, el cual era espolvoreado sobre un plato final de la cocción. No existía la distinción entre los platos dulces y los salados.
Todos eran colocados de una sola vez sobre la mesa (carnes muy saborizadas, eran servidas junto con purés de granos o verduras sin sabor). En la época de Taillevent la comida debía ser preparada, para una mesa que no tenia muchos implementos. Es por ese motivo, que las recetas dice, que las porciones deben estar, deshilachadas, cortadas o “hechas polvo”. Los tenedores no se conocían y las cucharas escaseaban, de ahí que la comida se tuviera que comer con los dedos. La carne era dura, y los dientes, pobres, pero los cuchillos se veían como algo peligroso en la mesa, y se desalentaba su uso.
Un “Trencher” (proveniente de la palabra tranche, en francés, era una rodaja gruesa de pan), se utilizaba como plato. Las salsas, debían ser espesadas con pan o yemas, justamente para que no chorrearan del “plato”. La harina no se utilizo como espesante, hasta unos 200 años después.
Las carnes de cualquier tipo, eran reservadas para los ricos, y mismo ellos estaban restringidos a comerlas, ya que más de la mitad del año debían seguir las leyes del ayuno y comer solo pescados. El romper con esas leyes, significaba una gran ofensa. Las verduras estaban vistas como la comida de los pobres, quienes se veían forzados a subsistir con leche, quesos y lo que pudieran cultivar. Estos alimentos eran complementados ocasionalmente con algún tipo de ave de caza, y tuvieron que pasar otros 200 años para que el rey Enrique IV, pudiera decir que en Francia había tal prosperidad, que toda casa debía tener su pollo en la cacerola los días domingo.
Tanto para Taillevent, como para Apicius (gran cocinero de la época de los romanos), les era inconcebible, preparar carnes sin utilizar miel y especias, en gran escala. Ambos amaban transformar la apariencia y el sabor de los ingredientes... Como bien diría una frase que hace resaltar las características de la época: “Hacer de miles sabores, un solo y único sabor”.

TAILLEVENT (1310 - 1395)

 
PERSONAJES DE LA GASTRONOMIA UNIVERSAL
Fue el primero en codificar su cocina en libros, cuando aún no existía la imprenta. Gracias a su trabajo hoy disponemos de las recetas que se consumían en la mesa de Carlos V, rey de Francia, en el s. XIV.

La historia de la cocina francesa comienza a finales de la Edad Media con un personaje que aparece como el primer “gran chef”: Guillaume Tirel, llamado Taillevent, es decir, “cortaviento”. El nombre indica ya toda la agudeza de su arte y de su ingenio. Nació en Pont-Audemer en 1310 y murió en 1395, luego de 66 años de trabajo en las casas reales de Francia. Uno de sus jefes fue el rey Carlos V, un hombre religioso, tolerante, amante del arte y del lujo, muy culto y letrado: fundó la primera Biblioteca Real de Francia, que fue instalada en el Louvre. Carlos V se preocupaba de que los especialistas en diversas materias consideradas sabias redactaran sus conocimientos y, al ser Taillevent el cocinero real, era lógico que se dirigiese a él en materia de cocina. Hasta entonces, los conocimientos se transmitían de maestro a aprendiz, según una tradición oral. Así, Guillaume pasó a la historia por haber escrito Le Viandier, libro que se cree es el primer tratado profesional de cocina escrito y que data del siglo XIV. 

La cocina medieval
El estilo de cocina descripto por Taillevent, en Le Viandier, parece extraño. Mientras nosotros tratamos de desarrollar el sabor y las texturas de los ingredientes a su máxima capacidad, los cocineros en la Edad Media los golpeaban y hacían puré, hasta dejarlos irreconocibles. Luego les colocaban especias, en tanta cantidad que su sabor original era perdido completamente. Pero había muy buenas razones para que esto sucediera. La comida generalmente estaba tan descompuesta que llegaba al punto de estar casi podrida. Por ese motivo era que se los debía golpear, hacer puré, condimentar y hasta colocar algún tipo de colorante que los fuera a resaltar más para el ojo del comensal. El amarillo del azafrán era el color favorito, pero los cocineros utilizaban también las hierbas para dar color verde, las moras para un color más azulado, y así en más.
En aquella época, los lujos culinarios eran las especias, tales como la nuez moscada, por la cual se pagaba el precio de siete toros gordos por kilo de la especia. Medio kilo de azafrán costaba tanto como un caballo, pero eso no impedía que Taillevent la utilizara en más de la mitad de sus recetas.
Los platos salados eran condimentados tanto con azúcar como con vinagre. El azúcar era considerado un lujo y era espolvoreado sobre un plato al final de la cocción. No existía la distinción entre los platos dulces y los salados. Todos eran colocados de una sola vez sobre la mesa (carnes muy saborizadas eran servidas junto con purés de granos o verduras sin sabor).
En la época de Taillevent, la comida debía ser preparada para una mesa que no tenía muchos implementos. Es por ese motivo que las recetas dicen que las porciones deben estar deshilachadas, cortadas o “hechas polvo”. Los tenedores no se conocían y las cucharas escaseaban, de ahí que la comida se tuviera que comer con los dedos. La carne era dura y los dientes, pobres, pero los cuchillos se veían como algo peligroso en la mesa y se desalentaba su uso. Un “trencher” (proveniente de la palabra tranche, en francés) era una rodaja gruesa de pan que se utilizaba como plato. Las salsas debían ser espesadas con pan o yemas, justamente para que no chorrearan del “plato”. La harina no se utilizó como espesante hasta unos 200 años después.
Tanto para Taillevent como para Apicius (gran cocinero de la época de los romanos), les era inconcebible preparar carnes sin utilizar miel y especias en gran escala. Ambos amaban transformar la apariencia y el sabor de los ingredientes... Las carnes, de cualquier tipo, eran reservadas para los ricos y aún ellos estaban restringidos a comerlas, ya que más de la mitad del año debían seguir las leyes del ayuno y comer solo pescados. Romper con esas leyes significaba una gran ofensa. Las verduras estaban vistas como la comida de los pobres, que se veían forzados a subsistir con leche, quesos y lo que pudieran cultivar. Estos alimentos eran complementados ocasionalmente con algún tipo de ave de caza, y tuvieron que pasar otros 200 años para que el rey Enrique IV pudiera decir que en Francia había tal prosperidad que toda casa debía tener su pollo en la cacerola los días domingo. abc-color.

CIERRA EL FAMOSO RESTAURANTE CHARLIE TROTTERS

Por: Carlos Borboa

Ciudad de México, México.- Poseedor de 2 estrellas de la Guía Michelin y 10 premios de la fundación James Beard, el mítico restaurante Charlie Trotter's de Chicago, considerado uno de los grandes restaurantes de los Estados Unidos, cerrará sus puertas en agosto.

El inesperado anuncio fue hecho por el chef Charlie Trotter tras finalizar la cena de Año Nuevo ofrecida en el restaurante, que cumplirá 25 años de servicio el próximo 17 de agosto.

"Después de 25 años de trabajo tengo la oportunidad de perseguir nuevos intereses personales más allá de la esfera culinaria, así como de construir sobre mis logros gastronómicos con nuevas habilidades y pasiones", detalló el cocinero estadounidense a través de su sitio oficial.

Trotter, de 52 años, ha insistido en que se trata de un año sabático, aunque también ha revelado que dedicará su tiempo a estudiar filosofía y ciencias políticas.

"He tenido que dejar la bandera sobre la arena y lanzarme por lo que quiero, de otra forma nunca lo hubiera podido hacer", detalló el multipremiado cocinero, quien también aseguró que tras terminar sus estudios comenzará a trabajar en un nuevo proyecto culinario.

ENTREVISTA A SERGI AROLA

Carmen Serna | Giulio M. Piantadosi (video) - elmundo.es

- Sergi Arola llega a su restaurante 'Vi Cool' con el casco de la moto en la mano y el tiempo pegado al tubo de escape. Aunque es media mañana todavía, su gente ya está en activo, "tienen que preparar el menú para dar de comer". El local es el hermano pequeño de su dos estrellas Michelin, 'Sergi Arola Gastro', pero también "una forma muy digna de acercarnos al público".

 

Pregunta.- ¿Cuánto pesa una estrella?

 

No pesa más que ser una pyme con todo lo que eso significa en este país. Pesa lo que pesa un tipo de negocio que sólo lo entiende un cocinero comprometido con un tipo de restaurante.

 Ficha

En la barra de... en el restaurante 'Vi Cool' (calle de Huertas, 12) - Madrid

Lo mejor del lugar: La comida y el ambiente.

Recomendación: Aprovechar el menú del día de 14,5 euros que ofrece varios primeros y varios segundos

El mejor momento para ir: Al mediodía

 

P.- ¿Le parece bien que le hayan retirado la tercera estrella a Can Fabes?

 

Me da pena. La guía tiene sus parámetros y si no te gustan es tan fácil como decirles 'que no te saquen'. Lo que no puede ser es que te parezca muy bien cuando te premien y muy mal cuando te castiguen. Como amigo de Javier Pellicer y admirador de Santi, no tengo duda de que el año que viene volverá a recuperar la tercera.

P.- ¿A cuánta gente atrae las estrellas Michelin?

 

A nivel local, no creo que mucha. A nivel internacional, muchísima. De hecho, si yo no tuviera dos estrellas habría cerrado, porque sólo con el público local no funciona. La elite madrileña se mueve por otros parámetros de economía. Me reservo si mejores o peores.

P.- ¿Los parámetros son diferentes entre Madrid y Barcelona?

 

No creo que sean diferente. De hecho, de los seis restaurantes que tienen dos estrellas Michelin en Madrid cuatro tienen un marcado ADN catalán. Yo llevo 14 años en Madrid y me siento muy madrileño y no admito clases de madrileñismo como no admito clases de catalanismo.

Cocinero y empresario, Arola se siente de orgulloso de todo lo que ha conseguido y habla igual de sus dos estrellas como del programa en televisión 'La cocina del infierno' que lo convirtió en una cara mediática. "La televisión tiene una cosa maravillosa porque te da acceso a un público que normalmente las dos estrellas no te lo dan. Y cosas muy malas porque pierdes privacidad y de repente tu vida personal le importa a la gente".

 

P.- Fue alumno de Ferran Adrià, ¿qué fue lo primero que aprendió de él?

 

No, yo no fui alumno de Ferran Adrià, cuando llegué a trabajar con él ya había sido alumno de unos cuantos... Tuve la suerte de vivir un momento mágico con un fenómeno que es Adrià, de una repercusión muchísimo mayor de la que nos damos cuenta. Él me ha definido como su discípulo, cosa que me llena de orgullo, porque en la historia de la gastronomía mundial ha habido 10 cocineros que han marcado una época, a muchos los estudié en la escuela de la hostelería, y trabajé con uno contemporáneo.

P.- ¿Qué le enseñó?

 

Dos cosas fundamentales: las recetas no sirven para nada porque no definen tu personalidad y el sentido de la disciplina y el de la autocrítica. Adrià era más exigente con él que con el resto.

P.- ¿Cuál es su primer recuerdo gastronómico?

 

Cocinar albóndigas con mi abuela. Es fantástico porque mi hija, que tiene 8 años, lo sigue haciendo; o salir a comer con mi abuelo, porque en una época en la que había tenido dinero había ido a grandes restaurantes y contaba historias de los grandes sitios franceses de los años 30.

P.- ¿La democratización de esa alta gastronomía les ha beneficiado o perjudicado?

 

Ha beneficiado. No estarías aquí si no fuera por eso. Hace 30 años nadie en el periódico se habría preocupado por quién cocinaba en 'Jockey' o en 'Zalacaín', y lo que importaba era el director y el dueño. La democratización vino porque algunos cocineros se convirtieron en propietarios y al hacerlo, sí que importaban.

P.- ¿Usted cree que el lío del PSOE se arregla con una buena comida?

 

No. Al PSOE ahora le está pasando lo que a la 'Nouvelle Cuisine' francesa, y es que hay una serie de nombres que pesan demasiado. Es difícil saber dar el relevo. Uno de los grandes aciertos de Ferrán Adriá o de Martín Berasategui es que supieron bien apostar por la siguiente generación. A mí me parece que a los políticos les cuesta más.

Acostumbrado a trabajar con recetas, sólo se atreve a dar una contra la crisis: "sacrificio y trabajo". Cree que queda mucho por hacer pero que España puede hacerlo con unión. "Hay que dar garantías a los desfavorecidos pero no transmitir la idea de que esto es jauja. En esta crisis ha faltado sentido común". Pero confiesa que, cuando salgamos de ésta, muchas cosas habrán cambiado para mejor, "porque nos estamos acostumbrando a sufrir".

 

P.- ¿Cómo se han apañado restaurantes como el suyo con esta crisis?

 

Con conceptos como 'Vi Cool', donde estamos dando un menú de 14,5 euros muy digno. Hay una generación, que es la mía, que nos estamos involucrando en locales a pie de calle, en locales para la gente. Y eso no había pasado en España. La generación de nuestros mayores sabía hacer grandes restaurantes pero no populares. A la larga, será positivo para la forma de entender la gastronomía en España.

P.- En la nevera sólo hay tomate, calabacín y mayonesa... ¿qué propone para cenar?

 

Muchas cosas. Podrías hacer una especie de pisto de calabacín y tomate, añadirle unas cucharadas de mayonesa y gratinarlo; una ensalada fría, disolviendo un poco la mayonesa, el tomate crudo y el calabacín escaldado...

P.- ¿Qué no falta en su frigorífico?

 

Mucha fruta y verdura.

P.- ¿Sus hijas le piden ir al McDonald's?

 

Sí, y yo las llevo. Después las traigo aquí, al 'Vi Cool', les hago un burguer y les demuestro lo que es un burguer de calidad.

P.- ¿Qué se le atraganta?

 

La mediocridad de muchos de los políticos y la violencia de género, un auténtico terrorismo... Hay mujeres que se casan por amor y al día siguiente se dan cuenta de la verdadera cara de su pareja, que no tiene nada que envidiar a la de los mayores terroristas que conocemos.

P.- ¿Qué no se comería ni con el mejor vino?

 

No como atún, caviar... artículos vinculados con el lujo ni productos que están en serio riesgo de extinción. No he comido nunca sopa de tortuga ni aleta de tiburón... cosas que me parecen que son anacrónicas con una manera sana de entender la gastronomía.

P.- ¿Le da pereza cocinar en sus horas libres?

 

No, porque me gusta mucho y me lo paso teta haciéndolo con mis hijas. Si además me piden que les haga mis famosos raviolis... es una fiesta.

P.- ¿A quién le gustaría conquistar por el estómago?

 

A cada cliente. Me sigue doliendo cuando a un cliente no le gusta mi propuesta o considera que no es honesta. Es un sentimiento duro pero espero no perderlo jamás.

P.- Si ahora entran Rajoy y Zapatero por la puerta, ¿qué les recomendaría para comer?

 

La verdad es que no he cocinado para ninguno de los dos. Para Mariano Rajoy tengo ganas de cocinar porque tiene una papeleta impresionante y la receta necesita de toda nuestra sal y nuestra pimienta. Si viene, le preparé cosas muy ricas para que cargue pilas y pueda sacarnos adelante.

LA HISTORIA DE MARIA CORONEL

 

Antonio Rendón Domínguez. En la calle Dª María Coronel se ubica el Real convento de Santa Inés, uno de los lugares de Sevilla donde hay más leyenda por metro cuadrado y con mas encanto. En él está enterrado, Dª María Coronel, que fue una bellísima dama de la nobleza Sevillana, casada con Dº Juan de la Cerda, al que Pedro  I el cruel venció, mando ejecutar y despojarla de sus bienes. Dª María Coronel ingreso en un convento para eludir el acoso del Rey, pero este entró disfrazado en la clausura de Santa Clara y Dª María huyo hacia la cocina donde  se arrojo sobre el rostro y las manos aceite hirviendo para destruir su belleza y defender su honra.  Impresionado por el hecho Dº Pedro dejó de acosarla y devolvió a Dª María unas casas en el  barrio de San Pedro, donde fundó el convento de Santa Inés.

  

En la calle de su mismo nombre se ubica el real Convento de Santa Inés, en el que se encuentra el cuerpo incorrupto de Dª María Coronel, situado en el coro de la Iglesia. Falleció el 2 de Diciembre del 1411, y se puede visitar todos los años el día  2 de Diciembre. Como conclusión final recordarles adquirir en el torno los famosos bollitos de Sta. Inés o cualquiera de los otros ricos dulces que elaboran artesanalmente las clarisas, siendo este el perfecto boche de oro final a una visita a la devoción, la Historia y las leyenda de Sevilla.

Fotos: Antonio Rendón Domínguez. 

 

ALEJANDRO DUMAS, EL GOURMET

¿Se imaginan al autor de ’Los tres mosqueteros’ metido entre fogones? Pues háganlo, porque Alejandro Dumas (1802-1870) era un cocinero de primera y un reputado gastrónomo. De su faceta como gourmet y sus recetas habla el libro ’Diccionario de cocina’ (Gadir), un libro precioso, con pocas pero bellas ilustraciones, que hará las delicias de los amantes de la literatura y de los estómagos refinados.
El escritor que alumbró ’El conde de Montecristo’ era nieto de un maître del duque de Orléans. Con esa genealogía no era extraño que a este novelista de desbordante curiosidad y cultura enciclopédica le diera por cocinar platos suculentos. Cuenta el poeta y dramaturgo Louis Bouilhet a su amigo Flaubert en mayo de 1858: "Dumas, en camisa, mete mano a la masa, hace una tortilla fantástica, dora la pularda.
Corta la cebolla, remueve las ollas y les da 20 francos a los pinches". Así era Dumas, un hombre apasionado que se colaba en la cocina del hotel donde se alojaba por el puro placer de preparar él mismo unas exquisitas viandas. También era dadivoso, a juzgar por las propinas generosas con que sobornaba a los pinches.
El libro que edita Gadir consta de una introducción de Dumas, a la que suceden toda una serie de recetas de platos solo aptos para paladares recios. Todavía no se había inventado la nueva cocina, y las raciones minúsculas que se ofrecen hoy en los restaurantes de postín debían de ser consideradas en el siglo XIX una grosería. Capón a la sal gorda, buey con guarnición de coles, pavo a las castañas son algunas de las propuestas del chef Dumas.
Sus notas están preñadas de erudición. Gracias a Dumas nos enteramos de que el gofre era "muy común en ciertas provincias", pero era poco degustado en París. Como todo buen francés, Dumas no se resiste al chauvinsmo: "La antigua cocina francesa brilla por los guisos; por su ausencia pecan al contrario todas las cocinas y sobre todo la inglesa". Y más adelante alardea: "Nunca otra cocina más que la nuestra estará a la altura de nuestras salsas picantes, no alcanzará la finura de nuestros guisos de pollo y carne blanca".
El siglo XIX fue una verdadera edad de oro para la gastronomía francesa, que, gracias a la defensa que hacen de ella la burguesía y la aristocracia, toma cuerpo y se impone a otras cocinas regionales. Reflejo de este aconteimiento es la presencia del arte culinario en la literatura, que atestiguan las obras de Balzac, Flaubert, Georges Sand, Maupassant. y, sobre todo, de Alejandro Dumas. ’El conde de Montecristo’, ’Los tres mosqueteros’, ’Memorias’ e ’Impresiones de viajes’ están trufados de pasajes gastronómicos dignos de figurar en una antología.
Dumas argumentaba que los escritores estaban especialmente dotados para ponderar las delicias de la ciencia gastronómica. "No hay nadie como los hombres de letras, habituados a todas las exquisiteces, saben apreciar mejor que nadie las de la mesa". En 1858, en la cúspide de su carrera literaria, abrigó la idea de rematar su obra con un gran diccionario gastronómico. Por desgracia, lo acometió once años después, cuando ya estaba enfermo y disponía de pocas energías. Su obra más sabrosa la emprendió un año antes de morir. Esta es la razón que explica que no llegara a ver nunca publicada la obra, por lo demás muy ambiciosa. Como explica Javier Santillán, editor de Gadir, el grueso del ’Diccionario de cocina’ de Dumas "se basa en su prodigiosa memoria, su gran experiencia viajera y su saber acumulado durante tantos años".
 
Interesante y ameno
Dada la envergadura del proyecto y la extensión original de la obra, Gadir ha hecho una selección de lo más interesante y ameno para el lector actual. Las recetas que se ofrecen son las más susceptibles de ser llevadas a la práctica. La primera parte de la obra -’Algunas palabras al lector’- es una pequeña historia de la cocina. El exordio es una exhibición de cultura e historia culinaria y cuenta con pasajes divertidos. En su repaso histórico de la gula, Alejandro Dumas cuenta: "El emperador Claudio Albino se comió un día, para almorzar, quinientos higos, cien melocotones, diez melones, cien papafigos y cuatro docenas de ostras". Si de de verdad ocurrió así, la bulimia de hoy en día es un juego de niños.
Puestas frente a frente Atenas y Roma, para Dumas la cuna de la democracia cae derrotada por su flojera en materia de caldos y pitanza. "Atenas, pese a sus vinos dulces, sus frutas, sus flores, su pastelería, sus postrea que ahogan la comida, nunca tuvo aquello que los romanos llamaron alta cocina".
El diccionario está repleto de anécdotas encantadoras y juicios controertidos, algunos de los cuales dejan en muy mal lugar a los españoles. Dumas es muy duro con los pobladores de solar nacional por su costumbre de almacenar el vino en pellejos. En ellos el vino se resecaba tanto que había que rascar y disolver el líquido coagulado para trasegarlo. "En España todavía se conserva así, lo cual le da un sabor abominable que los españoles pretenden comparar a un buqué tan apetecible como el de nuestro borgoña o nuestro burdeos".
He aquí un libro grato y bienhumorado, práctico y enjundioso a la vez. Eso sí, quien se atreva con las recetas del novelista tendrá que orillar su sesgo francés. Cosa bien fácil: basta sustituir la mantequilla por el aceite de oliva, mucho más cardiosaludable.

BIENVENIDO CHEF...

Ferrán Adriá dio charla a miles de jóvenes estudiantes de gastronomía

Unos hicieron cola desde la mañana y otros hasta acamparon cerca del Coliseo Eduardo Dibós, donde el destacado cocinero español Ferrán Adria dictaría una conferencia magistral. Miles de estudiantes de gastronomía del país y otros del extranjero se reunieron allí y ovacionaron a Adrià – y a Gastón Acurio, quien lo acompañó en la charla – como si se tratasen de estrellas de rock.

 Cynthia Campos - La Republica

“A través de la cocina podemos decirle al mundo que somos un país que comienza a integrarse. El Perú vivió un primer grito de libertad, territorial y política. Hoy en día nuestro país vive un segundo grito de libertad, emocional y creativa”, fue el preámbulo de Acurio. Luego dio la bienvenida a Adrià, quien encandiló con sencillez y humor.

Lenguaje culinario

“La cocina es el lenguaje más universal que existe”, fueron algunas de las primeras palabras del chef español, quien pasó a explicar las elaboraciones que realizaba en su restaurante El Bulli. Como se sabe, este local –nombrado cuatro años seguidos como el mejor del mundo– cerró hace un mes para convertirse en un centro de innovación al que solo irán 20 representantes del mundo.

Así, los futuros chefs oyeron sobre la técnica del nitrógeno líquido, sustancia que se encuentra a -196 grados centígrados, y que es utilizada en cocina para congelar y dar forma a diversos alimentos. También aprendieron sobre la técnica de esferificación, que consiste en introducir un alimento de consistencia acuosa en otra sustancia para darle forma redondeada, sólida por fuera y líquida por dentro, parecida a la yema del huevo. Otras de las creaciones de El Bulli de las que habló Adrià fue la del papel de flores (semejante al algodón de dulce), el espaguetti 2 metros (hecho en base a queso), y la técnica del mimetismo, que consiste en elaborar diversas formas de frutas en base a moldes.

“El Bulli tiene mil 846 recetas. Son mil 846 platos producto de que cada año hemos cambiado todos los platos del restaurant durante sus 27 años de existencia”, sostuvo Adriá.

Sin embargo, uno de los momentos en que fue más ovacionado fue cuando señaló que “a veces no se crea en base a técnicas, sino en base a sentimientos”.

“Es imposible saber de cocina”

“Esa es una de las cosas que se puede incorporar a nuestra cocina: el sentimiento (...) Yo no sé nada de cocina, apenas sé un poco más que los que se dedican a esto. Existen 5 mil variedades de tomates. ¿Pensáis que sabéis de tomates? Es imposible saber de cocina. Esa es la primera lección que deben tener y también tener la humildad de saber... que no sabes nada (...) porque tú vas a cocinar con el corazón. Están los que se detienen a buscar un ingrediente y entonces dan con el producto mágico. Y eso no lo hace el intelecto o el conocimiento, lo hace el corazón”.

“Tener admiración a los colegas también es importante. Están las personas que ni bien se sientan a la mesa ya están criticando. Es importante tener admiración y no criticar a los compañeros”, sostuvo. Para entonces, el público ya era suyo.

“Sería importante tener a Perú en el nuevo El Bulli”

Ferrán Adrià
explicó el proyecto que tiene para su restaurante El Bulli, que se convertirá en El Bulli Foundation, un centro de innovación hacia el 2014. “Su primera función será convertirse en un archivo de El Bulli restaurante, que cuando la gente llegue pueda ver toda su historia”, dijo.

”También habrá un idearium, un lugar en calma en el que uno pueda revisar libros y analizar ideas. Tendrá un equipo de 30 personas, 5 o 6 serán de otras disciplinas”.

“Todo lo que se cree allí va a estar colgado en Internet, de manera que se va a compartir toda la creatividad, porque los cocineros tenemos una responsabilidad social que es compartir talento. Muchos restaurantes no tienen tiempo para investigar, necesitan que se les ayude”, finalizó.

 

FAMOSOS CHEFS

Mistura 2011 está a la vuelta de la esquina. La fiesta del sabor y el buen diente se inicia el 9 de setiembre. No solo se presentarán platos exquisitos para degustar y productos que se podrán adquirir para llevar al hogar; también vendrán los mejores chefs del mundo para compartir sus inigualables experiencias gastronómicas.

Carlos Páucar El más famoso de todos ellos, sin duda, es el español Ferrán Adriá, un revolucionario de la gastronomía, considerado por algunos críticos como el mejor cocinero de la historia.

A sus 49 años, este vanguardista que dirigió durante 27 años el famoso restaurante El Bulli y que se convirtió en una referencia mundial de la innovación y la creatividad en la cocina llega al Perú con sus conceptos revolucionarios sobre las nuevas texturas, la deconstrucción (presentación de platos con formas distintas para intensificar su sabor), la “sferificación” (técnica en la cocina en la que se usa gel para lograr formas especiales) y la relación de ciencia y cocina para el uso de gelatinas, espumas, nitrógeno líquido, alginatos –derivados de algas marinas–, etc.

Adriá es un experimentador, una especie de químico que busca el placer de la comida, de los sabores, de las mejores sensaciones.

Otro gran cocinero, famoso entre los cocineros del continente, es el brasileño Alex Atala, de 42 años, considerado el Ferrán Adriá de Sudamérica por su gran capacidad de innovar.

El restaurante que lidera, el D.O.M., de Sao Paulo, es el que más ha aparecido en la lista de los 50 grandes de San Pellegrino (este año ocupa el puesto 7, el mejor de la región). Este local es uno de los más visitados en Brasil por su sabrosa cocina, su diseño moderno y su buena carta de vinos.

Atala es un decidido explorador de los productos típicos de su país, en especial de Bahía y los de esa interminable despensa de la humanidad que es la Amazonía.

De todo el mundo

También llega Quique Dacosta, ubicado entre los 10 mejores cocineros del mundo y que forma una triada de oro en España junto con Juan Mari Arzak y Adriá.

Dos visitantes importantes vienen de Estados Unidos: Dan Barber, del restaurante Blue Hill, el mejor chef de Nueva York, y Daniel Patterson, del restaurante Coi de San Francisco.

Otros dos cocineros famosos que llegarán a Mistura 2011 son el vasco Mikel Alonso, radicado en México, y Bruno Oteiza, ambos del restaurante Biko, uno de los grandes locales de Latinoamérica, elegido en el puesto 31 de la lista de San Pellegrino.

Otros invitados

También mostrarán sus conocimientos los españoles Eneko Atxa, Luis García (mano derecha de Adriá) y Albert Adriá (hermano del famoso Ferrán, también un talento en la cocina de autor).

Y vienen. Los italianos Lucio Pompili y Massimo Mottura, la argentina Narda Lepes, el japonés Yukio Hattori (maestro en la culinaria del oriente), el venezolano Sumito Estévez, el mexicano Enrique Olvera del famoso Pujol, la brasileña Mara Salles y el francés Michel Bras. La Republica.