Colaboró con Gustav Kirchhoff en numerosas investigaciones. Inventaron el espectroscopio que es un instrumento fundamental en el análisis químico y que les permitió descubrir los elementos cesio y rubidio. El invento del espectroscópio creó una nueva área de la química física, la espectroscopía; y facilitó el trabajo en la identificación de nuevos elementos y compuestos químicos.
También contribuyó a la determinación de la composición de las fórmulas de los compuestos orgánicos por el método que actualmente se usa: combustión a dióxido de carbono y agua y pesada precisa de estos compuestos. Escribió el libro Gasometrische Methoden (1857) sobre el tema
Robert Wilhelm Bunsen (Gotinga, Reino de Westfalia, Confederación del Rin, 31 de marzo de 1811 - Heidelberg, Gran Ducado de Baden, Imperio alemán, 16 de agosto de 1899) fue un químico alemán. Investigó la interacción entre la materia y la energía radiada. Descubrió el cesio (1860) y el rubidio (1861) conjuntamente con Gustav Kirchhoff. Bunsen desarrolló varios métodos de análisis de gases, fue pionero de la fotoquímica, y de los primeros en trabajar en el campo de la química organoarsénica (compuestos que contienen un enlace químico entre el arsénico y el carbono).
Con su asistente de laboratorio, Peter Desaga, desarrolló el mechero Bunsen, una mejora en los quemadores de laboratorio entonces en uso. El Premio de Bunsen -Kirchhoff para la espectroscopia fue creado en honor a los dos científicos.
Robert Wilhelm Bunsen nació en Gotinga. Fue el menor de los cuatro hijos del bibliotecario jefe de la Universidad de Göttingen y profesor de filología moderna, Christian Bunsen (1770-1837). Es ahí, en Göttingen dónde estudia y obtiene el doctorado en química. A partir de 1830, viaja mucho entre París, Viena y de numerosas universidades alemanas, estableciendo contacto con los más grandes químicos de su tiempo, tales como Friedlieb Ferdinand Runge, Justus von Liebig y Alexander Mitscherlich. En 1834, obtiene un puesto de profesor en Göttingen, dónde estudia las sales metálicas, lo que le da la ocasión de su primer descubrimiento: el óxido de hierro hidratado, el cual resulta ser un antídoto aún utilizado contra el envenenamiento por arsénico. En 1836, sucede a Friedrich Wöhler como profesor de química en la Escuela Politécnica de Kassel, pero deja el puesto dos años más tarde para ir a trabajar en la Philipps-Universität de Marbourg (entre Francfort y Kassel). Ahí estudia en profundidad los derivados del cacodyl (CH3) 2As-As (CH3) 2, los compuestos organo-metálicos, muy inflamables, de olor espantoso y mortales. Uno de sus experimentos termina con una fuerte explosión que le ocasiona la perdida de un ojo. Bunsen se interesa por los altos hornos, y procura optimizar su rendimiento por reciclaje de los gases y valorización de subproductos. En 1841, perfecciona la pila de Grove reemplazando el electrodo en platino por un electrodo en carbono. Esta pila que lleva su nombre será perfeccionada de nuevo por Georges Leclanché. En 1852, después de una estadia breve en Breslau, sucede a Leopold Gmelin en el púlpito de química de la Universidad de Heidelberg, cargo que ocupara toda su vida. Ahí, se concentra en el mejoramiento de las pilas, lo que le permite preparar por electrólisis varios metales: aluminio, bario, calcio, cromo, litio, magnesio, manganeso, sodio. Inventa y pone a punto un calorímetro a hielo con cual puede determinar el calor específico de estos metales y por ende su masa atómica. En el momento de la erupción del Monte Hekla, efectúa un viaje a Islandia, el cual es financiado por el gobierno danés del que dependía Islandia en la época. Realiza un análisis del funcionamiento de los géyseres y fabrica un modelo en su laboratorio con el fin de convencer a sus contemporáneos, que creian que su agua venía del centro de la Tierra. A partir de 1860, trabaja en la espectroscopia con Gustav Kirchhoff, que introdujo la utilización del prisma para mostrar el espectro, y participa en la puesta a punto de lo que nombramos hoy el mechero Bunsen. Identifican así el cesio y el rubidio. Su paso por la espectroscopia abre vía libre al descubrimiento de otros cinco elementos: el talio, el indium, el galio, el escandio y el germanio. Por fin, el helio es descubierto en el espectro del Sol por Julio Janssen y José Norman Lockyer en 1868. Se retira en 1889 y muere diez años más tarde en Heidelberg.