APORTES GASTRONOMICOS DE LOS VIKINGOS
Por: Edison Aliaga Montoya
El Secado del Bacalao:
El bacalao, cuyo nombre científico es Gadus Morhua, surgió en los países nórdicos, en las frías aguas del Norte da Europa y se cree que fueron los Vikingos los que primero lo descubrieron. Sin sal, éstos secaban el pescado al aire libre para que fuera su alimento en los largos viajes que hacían por los océanos.
Posteriormente, los vikingos entraron en contacto con la sal de portugueses, vascos y mediterráneos y las piezas comenzaron a prepararse en salazón. Sin embargo, hoy en día en la meseta francesa puede encontrarse todavía un guiso típico de la región a base de bacalao desmigado, mezclado con aceite de nuez, leche y otros ingredientes.
En España aún es muy apreciado el “Peixopalo” o bacalao seco, que también es la base de otros platos más complejos. Se prepara en diferentes formas, la más típica es el Peixopalo preparado con sus propias tripas.
La Mantequilla:
Aunque los mongoles fueron los primeros en obtenerla batiendo la nata en el interior de las pieles de animales que colgaban suspendidas horizontalmente sobre el suelo. Los vikingos transmitieron a sus descendientes el gusto por la mantequilla, hecho que se vio favorecido por la cría de vacas que tan bien se desarrolló en las sucesivas regiones de adopción. Este aprecio por la mantequilla no fue compartido por griegos y romanos, que no la incluyeron en su dieta por considerarla un producto bárbaro. Por este motivo, la mantequilla no se introdujo en Italia hasta el siglo XV.
Los vikingos y los normandos establecieron el consumo de la mantequilla en los países marcados por su colonización. A partir del siglo XIV, su uso se extendió desde Normandía y el valle del Loira hasta Suiza y los Países Bajos. Durante los siglos XVI y XVII, las principales zonas europeas productoras de mantequilla fueron los Alpes, el norte de Francia, los Países Bajos, Inglaterra e Islandia. Más tarde, las poblaciones europeas instaladas en América, Australia y África conservaron los hábitos de consumo de materias grasas de sus países de origen, e hicieron extensible este consumo a los pobladores de estos continentes.
Históricamente ha sido siempre un producto caro que solo podía ser adquirido por los sectores más privilegiados.
El Aquavit - El Aguardiente Vikingo:
Su nombre viene del latín aqua vitae, que significa agua de vida. Este licor es parecido al vodka. Lo producen en Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia y Alemania desde hace más de cinco siglos, a base de granos o papa, fermentado y doblemente destilado. En la segunda destilación se le adicionan saborisantes de comino, cardamomo, anís, limón o, el más común, de alcaravea, una planta aromática de flores blancas que le da un sabor suave.
Era común que, en las reuniones, acompañaran sus platos de pescado con jarras de agua de vida pues así sentían sólidos sus huesos y suficiente confianza para levantarse a la más recia vikinga.
Hoy en día este trago no es muy añejo, lo guardan en el congelador y lo toman de un solo sorbo en una copa fría. Los noruegos acostumbran beberlo después de una buena comida o al estilo submarino. En Noruega la marca preferida es Linie Aquavit (su nombre significa "cruzando la línea del Ecuador", pues los vikingos decían que el aquavit adquiría un sabor suave y especial después de haber salido de Noruega, cruzado la línea ecuatorial y regresado a su país de origen).
Una concentración alcohólica de 41 % garantizará que un shot de Aquavit caliente las entrañas y devuelva a la vida a quien haya sucumbido en el más cruento invierno escandinavo.
El Hidromiel o Cerveza Vikinga:
En la época que el hidromiel fortalecía a Eric el Rojo, conquistador de Groenlandia y a sus compañeros de correrías contra los rigores del Atlántico Norte, allá por el siglo XI, el arte de la vitivinicultura comenzó a expandirse. Ello motivó que el vino desplazara al hidromiel como fuente popular para obtener alcohol y que a partir de entonces su consumo fuera declinado en forma gradual.
El hidromiel es pues una bebida alcohólica ó mejor dicho fermentada, ya que resulta de la fermentación de una mezcla de miel y agua. En su elaboración deben de emplearse las mieles más dulces, más aromáticas y de color más claro.
La miel contiene de 65 a 80% de azúcares reductores, 6 a 8% de sacarosa y es algo pobre en sales minerales. Diluida en agua proporciona un líquido poco apto para la fermentación, siendo necesario el agregado de ciertas sustancias para que la mezcla constituya un mosto (zumo de la uva o de otros frutos antes de fermentar) fermentable.
La fermentación se obtiene por medio de levaduras vínicas, después de haber eliminado por el calor los gérmenes naturales de la miel.
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pepito perez -
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