EL TÉ CONQUISTA CHINA
Evidentemente resulta imposible saber si Shen Nung existió en realidad o si simplemente es la encarnación mítica de los desarrollos agrícolas, herbarios y culturales de la antigua China. Pero sean cuales sean sus orígenes, la popularidad del té en China en aquella época es un hecho aceptado por los estudiosos.Sin embargo no existe ninguna referencia escrita a la hoja del té hasta el siglo III a.C., cuando un famoso cirujano chino la recomendó para aumentar la capacidad de concentración, y un general escribió a su sobrino para pedirle que le enviase té auténtico, porque se sentía anciano y deprimido.Hasta el siglo III d.C., la infusión se preparaba como medicina o tónico con hojas verdes tiernas de árboles silvestres. Para ajustar la oferta a una demanda creciente y garantizar una cosecha regular, los granjeros empezaron a cultivar arbustos de té en sus pequeñas propiedades y se fue desarrollando un sistema de desecación y fabricación.
La popularidad del té creció rápidamente en China durante los siglos IV y V. El té se entregaba como presente a los emperadores, empezó a encontrarse en tabernas, tiendas de vino y posadas. Incluso existen documentos que demuestran que en el 478 se usaban pastillas prensadas elaboradas con hojas verdes de té hervidas al vapor como trueque en las relaciones comerciales con los turcos. Los comerciantes de té se enriquecieron y los alfareros, plateros y herreros empezaron a fabricar elegantes artículos que constituían un indicador de la riqueza y del nivel social de los propietarios. Se suele afirmar que la "edad de oro" del té corresponde a la época de la dinastía Tang (618-906 d.C.). El té ya no era solo un tónico medicinal, sino que se bebía tanto por sus propiedades reconstituyentes como por placer.
Durante este periodo el té adquirió tal importancia que un grupo de comerciantes encargaron al escritor Lu Yu (733-804 d.C.) que compilase el primer libro sobre el té. Su Cha Ching, conocido como el Libro Sagrado del té. Este libro muestra claras influencias de la filosofía Zen, así como del taoísmo. La forma de preparar el té, tan poética y bellamente expuesta por Lu Yu, quien veía en ella un modelo de orden y de la armonía que reina en todas las cosas, fue la que posteriormente sería introducida en Japón, precisamente por monjes practicantes del budismo Zen.
En la época de la dinastía Tang, las hojas tiernas recolectadas se hervían al vapor, se machacaban y después se mezclaban con zumo de ciruela hasta obtener una pasta compacta que se introducía en moldes, donde se prensaba para formar una especie de pastillas que se horneaban hasta quedar secas. Para preparar una infusión, se tostaba la pastilla hasta ablandarla para poder triturarla y se hervía el polvo resultante. Los sabores más habituales se obtenían añadiendo al agua cebollas dulces, jengibre, piel de naranja, clavos o menta. Más tarde con la dinastía Song (960-1279 d.C.), la pastilla de té prensado se molía hasta obtener un polvo muy fino que se removía en agua hirviendo a fin de producir un líquido espumoso. Después de tomar la primera taza se añadía más agua hirviendo al té en polvo, se batía de nuevo y se bebía. Este proceso se repetía hasta siete veces con el mismo té. En este período se preferían los aromas sutiles como los de los aceites esenciales de jazmín, de loto y de crisantemo .El impacto que el té ha tenido en la historia y la cultura del pueblo chino es enorme. Entre las facetas más notables está su influencia en el desarrollo de una de las más importantes industrias tradicionales chinas: la porcelana. Aunque el arte de la porcelana había sido inventado en tiempos de la dinastía Tang, fue durante la dinastía Song cuando alcanzó el refinamiento que lo caracterizaría ya para siempre.
El té llegó a convertirse en un vehículo para la espiritualidad y la trascendencia. Así Wang-Yu-Chang encontraba en el té "algo que llegaba al fondo de su alma como una llamada directa, con esa delicada aspereza que recuerda al gusto de un buen consejo". Para So-Tung-Pa "el poder de la pureza del té desafiaba lo corrupto, al igual que hace un hombre virtuoso".Sin embargo este esplendor del té acabó drásticamente. A principios del S XIII las tribus nómadas que habían habitado desde siempre en los límites nor-occidentales del imperio fueron sometidas por Gengis Khan. Bajo su mando, las hordas mongoles comenzaron a realizar sus incursiones por las vastas llanuras del desierto del Gobi, hasta que finalmente en el año 1215 conquistaron Pekín. La dinastía Song se retiró y pudo seguir gobernando en el sur, pero en 1279, Kublai Khan, nieto de Gengis Khan, logró apoderarse de todo el país. Como suele ocurrir, los invasores se interesaron poco por la cultura y las costumbres de sus antecesores; así, por primera vez en muchos siglos, la élite gobernante fue ajena a las sutilezas y refinamientos del té y aunque se siguió consumiendo, pasó a ser considerado como un alimento más. Los mongoles lo tomaban con crema, generalmente acompañado de arroz o frutos secos. De hecho, cuando en 1275 Marco Polo llegó a China, ni siquiera lo introdujeron al antaño imprescindible ritual del té. En sus escritos describe con detalle los esplendores de las ciudades chinas, no aparece ninguna referencia al té. A la muerte de Kublai Khan comenzó a gobernar en China la dinastía Ming (1386-1643 d.C.), de mentalidad marcadamente aislacionista, y que consideraba a su país como muy superior a los demás, tanto en el aspecto económico como en el cultural y en el espiritual. Los Ming trataron de revivir los antiguos esplendores y como parte de ello se volvió a practicar la ceremonia del té, al tiempo que la fabricación de la porcelana conocía un nuevo auge. Fue precisamente en esta época cuando se inventó el proceso de fabricación del té verde tal como se sigue utilizando en la actualidad.
En 1644 China fue de nuevo conquistada, esta vez por los manchúes, quienes establecieron la dinastía Quing que permanecería en el poder hasta el año 1912. Durante la dominación Quing se inventaron los diferentes métodos para controlar la fermentación del té, lo cual dió como resultado las variedades oolong y té negro. Desde entonces y paralelamente al interés mostrado por otros países, las variedades del té se multiplicaron de un modo incesante.Pero el hecho irreversible es que al menos en China el té nunca volvió ya a ser considerado como un refinado elixir, capaz de estimular la poesía y la espiritualidad más sutil. En lugar de ello, pasó a convertirse en la bebida popular por excelencia, como todavía lo sigue siendo en nuestros días.
Por:Yuriko Ota Granadino.
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