LA CENA DEL TITANIC
Pilar Salas / EFE
La última cena que se ofreció a los pasajeros más exclusivos del Titanic, aquellos que acudían a su único comedor de pago y saboreaban platos diseñados por el gurú gastronómico de la época, el francés Augusto Escoffier, puede disfrutarse en Granada, España, tras un arduo trabajo de investigación.
Su responsable es el crítico gastronómico y miembro de la Academia Española de Gastronomía Pablo Amate quien, según explicó, tras visitar hace dos años en Barcelona la exposición sobre el transatlántico, que ahora se exhibe en el Parque de las Ciencias de Granada, decidió estudiar los menús de tan lujoso barco.
Los del "Café Parisien", el único comedor de pago en un régimen de crucero con todo incluido, capacidad para unas 50 personas y servido únicamente por camareros franceses, fueron encargados por la compañía propietaria del buque, la White Star Line, al chef Augusto Escoffier, considerado entonces el mejor del mundo y cocinero del selecto Ritz de París.
Después de meses de investigación y de toparse con "muchas falsificaciones", Amate se hizo con el menú original, escrito en francés sobre papel que imita al pergamino, que se sirvió en ese cenador privado en la noche del 14 de abril de 1912, horas antes de que un iceberg hiriera de muerte al Titanic.
Compuesta por diez platos, la carta invitaba a paladear exquisiteces como ostras, dos tipos de consomé, salmón con salsa muselina, filetillos "Lili", salteado de pollo a la lionesa, cordero asado o a la menta, ternera, pato con compota de manzana, pichón asado, espárragos en vinagreta, foie gras, tarta Waldorf, melocotones en gelatina al Chartreuse, bizcochitos al chocolate y la vainilla y helado francés.
Muestra de la importancia que se dio a la gastronomía, según este experto, es que la presentación de los menús del Titanic, que contaba con 40 núcleos de cocina distintos y unos cien cocineros a bordo, fue un "evento social".
Hallado el menú, Amate se dedicó a indagar en las refinadas recetas de Escoffier, que después facilitó al equipo de cocina del restaurante Camaura de Granada, donde la cena es amenizada por un cuarteto de cuerda que, al igual que 94 años atrás, toca piezas de Bach, Strauss, Monteverdi y Boquerini, además de temas de la banda sonora del filme de James Cameron.
Se despiden, al igual que los infortunados comensales aquella aciaga noche, con la balada anónima "Cerca de ti, Señor", que acompañó al buque en su hundimiento, según explicó el director gerente del grupo hostelero Camaura, Manuel Adame.
Pablo Amate subrayó que un menú considerado entonces "exclusivo" incluía materias primas "mucho más habituales en la actualidad" como el salmón -"que entonces era noruego y salvaje"- o el pollo, antes manjar de "los clientes más ricos del mundo y ahora en la mesa diaria, lo que demuestra que el aumento de producción de ciertos productos selectos hace que se popularicen".
En su opinión, ha sido importante comprobar que la gastronomía "siempre ha sido un elemento donde se apoya cualquier evento", algo que no podía faltar en un barco con una despensa "enorme" y cámaras frigoríficas que permitían la mejor conservación de los alimentos.
Los platos más exclusivos se regaban con caldos a la altura, champán y licores de producción limitada, y todo se servía, en vajillas originales y muy selectas, con una cubertería del mismo nivel.
El menú que ofrece el restaurante granadino hasta el próximo 25 de agosto es una selección de ese último banquete y, para darle mayor ambientación, fotografías del transatlántico decoran un comedor al que los clientes son conducidos por un capitán de barco.
0 comentarios